En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo» (San Mateo 16, 13-19).
COMENTARIO
Texto importante del Evangelio. Esta promesa de Jesús a Simón Pedro para los católicos es un fundamento de la misión y la primacía de Pedro en la Iglesia. Jesús saca a los 12 fuera del territorio de Israel. La región de Cesárea de Filipo es tierra de paganos. Están cerca las fuentes del Jordán y allí los paganos han levantado un templo a unos de sus dioses, el dios Pan, el dueño de los manantiales de agua. El agua, tan importante para la vida, es un don divino y los politeístas se lo atribuyen a uno de sus dioses.
Jesús está instruyendo a sus discípulos, les quiere hacer captar algo de la novedad de su doctrina y alguna línea organizativa de lo que el Espíritu Santo se encargará de transmitirles más tarde.
Estar fuera de Israel sugiere que la organización no será copia exacta de la organización judía centrada en el culto del templo. Allí ahora manda Caifás. La nueva organización reposará sobre Cefas, una piedra, piedra angular que será la fe confesada por Cefas. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. No sobre la persona de Simón, sino sobre la confesión de fe de Pedro, Cefas.
La pregunta que plantea Jesús a sus doce les da la posibilidad de formular su fe. Quién soy yo para ti. Unos se ciñen a la realidad circundante: unos que Elías, como estaba anunciado por las máximas autoridades doctrinales de los profetas; otros que Jeremías, o alguno de los antiguos profetas. “¿Y vosotros?”.
La respuesta de Pedro es la respuesta de la Iglesia: “Tú eres el Mesías”. El Mesías es el Ungido, en griego El Cristo. Tan traspasado por la unción que es la presencia misma de Dios, por eso Pedro continúa: el Hijo de Dios. Y no de cualquier dios, que entre los paganos eran muchos, pero ninguno era el Dios vivo.
Jesús felicita a Simón por su respuesta, y le manifiesta por qué: “eso no ha salido de tu caletre, eso ha salido de tu boca por una revelación”, eso te lo ha inspirado mi Padre que está en el cielo.
Hoy la Iglesia fundada por Jesús sobre la fe de los doce, confiesa la misma realidad. Y a esa fe estamos llamados a adherirnos todos nosotros: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Aprovechemos la oportunidad para dar nuestra respuesta personal con las palabras de la Iglesia, la Iglesia fundada sobre la Roca, Pedro.