En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver.» Comentaron entonces algunos discípulos: – «¿Qué significa eso de «dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver», y eso de «me voy con el Padre»?» Y se preguntaban: – «¿Qué significa ese «poco»;? No entendemos lo que dice.» Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: – «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: «Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver»? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (San Juan 16,16-20).
COMENTARIO
Los discípulos se preguntan y discuten entre sí porque no entienden las palabras de Jesús: “me voy al Padre”. También en nuestro tiempo muchos teólogos, académicos, estudiosos, discuten sobre las palabras de Jesús que no pueden comprender. Incluso nosotros muchas veces en nuestra vida nos preguntamos sobre el significado de las palabras de Jesús, y no las entendemos. Y no las entendemos porque las escuchamos con los oídos del mundo. Y como dijo Jesús: “mi Reino no es de este mundo”.
Toda Palabra, todo acontecimiento que Dios pone en nuestra vida, tiene dos lecturas: la del mundo o la del Padre. El mundo ha dejado de ver a Jesús, pero los cristianos le hemos vuelto a ver. Le hemos encontrado. El mundo no entiende a Jesús, ni siquiera puede, porque no acepta al Padre. Nosotros, por la gracia, por el don del Espíritu Santo, hemos vuelto a ver a Jesús, hemos visto al Hijo de Dios que nos ha amado hasta morir por nosotros en una muerte de cruz, aun cuando éramos malvados y pecadores. Y nuestra tristeza se ha tornado en gozo.
Al encontrarnos con Cristo nuestra tristeza profunda se ha convertido en un gozo incontenible. Porque toda la tristeza de este mundo no es más que la tristeza de no ser santos, decía el poeta francés León Bloy. Toda la tristeza de este mundo no es más que la de no haberse encontrado con Jesucristo, o la de haberle rechazado. Nosotros somos testigos de lo que hemos visto y oído, no de teorías, ni ideologías, sino del encuentro gozoso en nuestra vida con Jesucristo. Nosotros podemos decir: yo sólo sé que antes era ciego y ahora veo; que antes estaba muerto y ahora vivo, que vivía triste, amargado y sin esperanza, y ahora tenemos una alegría que nada del mundo nos la podrá arrebatar.