La vigorexia, distrofia muscular o complejo de Adonis, es un trastorno psicológico que se caracteriza por la preocupación obsesiva por el esquema corporal y la distorsión en la percepción de la autoimagen. Afecta mayoritariamente a jóvenes, con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, y es más frecuente en hombres que en mujeres. Los vigoréxicos se obsesionan con realizar un ejercicio físico continuado y excesivo para conseguir una musculatura que destaque sobre los demás. Cuando el trastorno es grave llegan a hacer ejercicio intenso más de ocho horas al día. El principal problema es que la mayoría no tienen conciencia de la enfermedad. Se calcula que en España unas quinientas mil personas pueden sufrir este trastorno en sus diferentes grados.
Mientras las mujeres anoréxicas se obsesionan con estar obesas y toman laxantes, los hombres afectados por vigorexia o “anorexia atlética” se obstinan con la debilidad física y toman anabolizantes. Esto lo acompañan de una dieta muy rica en hidratos de carbono y proteínas, rechazan las grasas y la fruta y toman de forma incluso peligrosa para la salud una cantidad excesiva de sustancias, como esteroides y anabolizantes, derivados de la testosterona. Estas sustancias, que son ilegales la mayoría, tienen efectos secundarios importantes, como infertilidad, impotencia, acné, caída del cabello, aumento de las glándulas mamarias, cambios bruscos de humor, problemas cardíacos, etc. Se miran continuamente al espejo y nunca alcanzan la musculatura suficiente; cuanta más musculatura consiguen, más quieren y más insatisfechos se sienten. Este trastorno solapa problemas psicológicos, como timidez, complejos físicos, inseguridad, baja autoestima, miedo al fracaso, aislamiento social, problemas familiares y afectivos, etc.
Son personas con síntomas obsesivos y que han tenido complejos físicos o psicológicos en su infancia o adolescencia. Es un trastorno obsesivo que aumenta cada año. Las excesivas horas que pasan en el gimnasio, terminan aislándolos de las relaciones sociales. Se estima que alrededor de un 15 % de las personas que van al gimnasio padecen este trastorno. Viven únicamente para su cuerpo y hacen ejercicio de forma compulsiva, se pueden pasar todas las tardes en el gimnasio, no tienen pareja y reducen al máximo su vida social. Cuando el trastorno ya es grave, llegan a hacer ejercicio intenso más de ocho horas al día.
Síntomas
Alteración de la imagen corporal.
- Complejos físicos. Está siempre insatisfecho con su cuerpo.
- Baja autoestima.
- Cambio total en la alimentación: no toma grasas o lípidos, solo hidratos de carbono y proteínas.
- Calcula obsesivamente todas las calorías que ingiere y que quema con el ejercicio físico.
- Obsesión compulsiva por tener una musculatura excesiva.
- Aislamiento social. Se pasa todas las tardes en el gimnasio, abandonando las demás actividades.
- El tiempo que está en casa, lo dedica a levantar pesas de forma compulsiva.
- El ejercicio físico no lo practica para conseguir una buena salud, sino una excesiva musculatura.
- Se mira obsesivamente al espejo y nunca se siente satisfecho.
- Se pesa constantemente y se compara con otros deportistas del gimnasio que hacen lo mismo.
- Sus ídolos son los campeones de concursos de fisioculturismo.
- Consume sustancias dopantes como esteroides y anabolizantes. Puede hacerlo sin que nadie lo vea. Los andrógenos anabólicos son esteroides derivados de la testosterona, que incrementan los efectos androgénicos y virilizantes, para disminuir el tejido adiposo y conseguir un aumento de la masa muscular.
- La enfermedad le lleva a un cuadro obsesivo compulsivo, se siente fracasado, y dedica todas sus horas libres al gimnasio.
Causas
- Trastornos psicológicos como complejos de inferioridad, distorsión de la imagen corporal, ansiedad, depresión, impulsividad, trastornos de personalidad y obsesivos-compulsivos.
- Problemas familiares como dificultad de comunicación con los padres o hermanos, malos hábitos de alimentación, maltrato físico o psicológico en la infancia o adolescencia, etc.
- Los valores que transmite la publicidad y la moda sobre la imagen corporal. Son estereotipos de belleza que recibimos desde nuestra infancia y que enfatizan el “culto al cuerpo”. Este fenómeno se da en todos los países desarrollados.
- Se obsesionan con la imagen tan positiva que tienen deportistas profesionales de alto rendimiento.
- También se obsesionan con la imagen que dan los deportes de resistencia: fondo, semifondo, maratón, y las artes marciales.
- Dificultad para las relaciones sociales.
- Necesidad de ser más que los demás. Personas con baja autoestima que están obsesionados porque nunca han destacado en nada.
- Trastornos de personalidad. La obsesión con el peso, la talla, la musculatura, llega a ser lo más importante en su vida.
- El deporte compulsivo llega a ser su principal objetivo y expectativa de futuro. Llega un momento en que ya no pueden dejarlo.
- Tendencia a la automedicación. Llegan a tomar muchas sustancias, algunas muy perjudiciales para su salud.
Uso de sustancias
La mayor parte de estas sustancias provienen de China, el sureste asiático y de Europa del Este, y se accede a muchas de ellas por Internet. Un paciente de la clínica decía: “Yo me gastaba unos trescientos euros al mes en estas sustancias. Más de la mitad de los que hacíamos pesas en el gimnasio las tomaba”. Las principales sustancias que se administran por vía oral, intravenosa o intramuscular son:
- Testosterona. La principal hormona masculina. Regula la masa ósea y muscular. Pero puede producir agresividad o ira, paranoia, alteraciones hepáticas, reducción del tamaño de los testículos y daños en el hígado y riñones.
- Somatotropina. Es la hormona del crecimiento. Solo se debe aplicar por médicos especialistas a niños con problemas de crecimiento. Su mal uso puede producir hiperglucemia y diabetes.
- Efedrina. Estimula el sistema nervioso. Produce vértigo y arritmias.
- Nandrolona. La más usada como anabolizante. Aumenta los músculos y los glóbulos rojos. Produce daño hepático y cardiovascular.
- Clembuterol. Es un broncodilatador que hincha los músculos. Produce palpitaciones y síntomas neurológicos y cardiovasculares.
Efectos secundarios
Los efectos más importantes de estas sustancias son:
- Hipertensión arterial.
- Aumento del riesgo de infarto o ictus.
- Taquicardias, mareos, cefaleas.
- Enfermedades hepáticas o renales.
- Alteraciones hormonales.
- Crecimiento de las mamas en hombres (ginecomastia).
- Desequilibrio en los neurotransmisores cerebrales.
- Calvicie.
- Infertilidad, atrofia testicular (hipogonadismo).
- Problemas en articulaciones, con desgarros y esguinces.
- Mayor riesgo de padecer cáncer de próstata en hombres.
- En mujeres masculinización corporal, reducción de las mamas, cuerpo masculino, aumento del vello facial y pérdida del cabello.
- Cambios en la voz y en el carácter.
- Enfermedades metabólicas.
- En adolescentes, puede producir una detención del desarrollo y del crecimiento por una excesiva madurez esquelética.
- Acortamiento de músculos y tendones y problemas óseos.
- Adicción a las endorfinas que produce el propio organismo para aliviar el dolor del ejercicio excesivo.
- Hiperglucemia o diabetes.
- Daños neurológicos.
- Dismorfia muscular y desproporción muscular y corporal. Cuerpo muy voluminoso respecto a la cabeza.
tratamiento
El tratamiento más eficaz de la vigorexia, diagnosticada por Harrison G. Pope, ha resultado ser la terapia cognitivo-conductual, cuyos objetivos claves son:
- Descubrir y tratar la causa.
- Eliminación de las obsesiones y compulsiones.
- Modificar su conducta y su autoimagen.
- Eliminar todas sus conductas de “culto al cuerpo”.
- Aumentar la autoestima y el miedo al fracaso.
- Conseguir una alimentación y ejercicio sanos.
- Supresión de la ingesta de sustancias perjudiciales.
- Conseguir un apoyo afectivo en su vida social.
José Antonio Gris
Especialista en Psicología Clínica