«En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: “Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”». (Lc 21,29-33)
¡Qué Evangelio tan simple podemos pensar hoy! ¿Es simple el Evangelio o es simple la mentalidad del mundo occidental? El Evangelio de ayer nos hablaba de una serie de acontecimientos que iban a ocurrir y hoy Jesús confirma que su Palabra será cumplida y antes de lo que pensamos.
¿Es una palabra para meternos miedo en medio de los acontecimientos de muerte que estamos viviendo en los últimos días? Todo lo contrario porque dice que cuando ocurran todos estos acontecimientos, sabed una cosa: “Está cerca el Reino de Dios”.
El mundo vive atemorizado porque se ha separado de Dios y no le vale esta palabra que nos invita a descansar en Aquel que puede dar la muerte y la vida. Muchos de nosotros vivimos con este temor del mundo, porque sin darnos cuenta, con sutileza, el demonio nos ha ido contaminando con sus ideas mundanas —como nos alertaba el Papa Francisco durante esta semana en sus homilías—. El Señor nos llama hoy a mirar la Cruz Gloriosa de nuestro Señor Jesucristo, porque esa es la sabiduría de la Iglesia, ya que es el árbol de la salvación, de donde el cristiano se nutre, se fortifica, se alimenta, se sacia; porque en el temor es la defensa, en el tropiezo da fuerza, en ella se ve la gloria de Dios, el amor que tanto anhela el hombre de hoy; porque es la puerta para entrar en ese Reino de Dios que cada día está más cerca de cada uno de nosotros.
Aléjate hoy del mundo, de tanta “máquina” que te aísla, que te separa de los demás, y contempla tu vida, medita sobre los acontecimientos que te rodean… ¿De qué te habla el Señor? ¿Sobre qué te advierte? ¿Ves cerca el Reino de Dios
Preparémonos para este tiempo que llega, que si lo vivimos con profundidad, mirando al Señor, buscando la intimidad con Él, nos ayudará a discernir sobre nuestra vida.
Ángel Pérez Martín