Francisco comienza la primera etapa de su viaje por América Latina que le llevará también a Bolivia y Paraguay hasta el próximo domingo
Francisco, el Papa «llegado desde el fin del mundo», como él mismo se presentó el día de su elección, ha regresado a su tierra, América. El Pontífice se encuentra ya en Ecuador, la primera etapa del viaje a Suramérica que le llevará también a Bolivia y Paraguay hasta el próximo día 12. Se trata de su noveno viaje internacional, el de mayor duración de los que ha hecho hasta ahora y, seguramente, el más duro.
Después de 13 horas de avión y 10.103 kilómetros desde Roma, el Papa aterrizó en el aeropuerto internacional Mariscal Sucre de Quito a las 15 hora local (22 horas de aquí), donde fue recibido por las autoridades y los obispos miembros de la conferencia episcopal. «Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina y estar hoy aquí con ustedes, en esta hermosa tierra del Ecuador», afirmó al comienzo del discurso de bienvenida. A pesar de la duración del vuelo y de la diferencia horaria, la fatiga no pareció haber hecho mella en él y rápidamente se mostró agradecido por la acogida que le brindaron a su llegada, «una muestra más del carácter acogedor que tan bien define a las gentes de esta noble nación».
Francisco ha pisado esa tierra con la intención de «abrazar al Ecuador entero» y ya en sus primeras palabras expuso muy brevemente las razones que le han llevado hasta el país. Su intención es mostrar que «podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones», aseguró. Y en una tierra castigada por las desigualdades, el Pontífice piensa que el progreso y el desarrollo logrados «garantizarán un futuro mejor para todos», poniendo especial atención «en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables», para lo que ofreció el compromiso y la ayuda de la Iglesia.
Dirigiéndose a los ecuatorianos como «amigos», aseguró comenzar «con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante» y deseó que durante su estadía se haga más evidente la presencia de Jesucristo en aquella tierra.
Así pues, «que desde la cima del Chimborazo, hasta las costas del Pacífico; desde la selva amazónica, hasta las Islas Galápagos, nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de proteger lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus niños y ancianos, de confiar en la juventud, y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su país», dijo con fuerza.
Bergoglio no es la primera vez que pisa tierras ecuatorianas, ya que, como explicó, lo ha hecho en distintas ocasiones por motivos personales. No obstante, ahora lo hace «como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo». Sus palabras recordaron también la tradición católica del país, una fe «que durante siglos ha modelado la identidad de este pueblo y dado tan buenos frutos», y enumeró algunos santos ecuatorianos. «Ellos vivieron la fe con intensidad y entusiasmo, y practicando la misericordia contribuyeron, desde distintos ámbitos, a mejorar la sociedad ecuatoriana de su tiempo».
Francisco deberá hacer frente a distintos desafíos estos días. Así lo manifestó recientemente en la radio el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, que forma parte de la comitiva papal. En Ecuador, el Pontífice abordará la defensa de la vida y la familia precisamente en los días en que algunos han advertido un cierto giro hacia la izquierda en la política del Gobierno hacia estos temas.
Parolin aseguró que «la Iglesia continúa ejerciendo un papel profético frente a las que el mismo Papa ha definido como “colonizaciones ideológicas”». En este sentido, «la familia y la vida» son el «frente principal en el que estas colonizaciones ideológicas buscan imponerse». El que fuera durante cuatro años nuncio apostólico en Venezuela y es un gran conocedor de la situación actual de toda Latinoamérica dijo también que «la Iglesia debe continuar predicando el Evangelio, que es una buena noticia también para la familia y la vida. Asegura, además, que la Iglesia quiere «ejercer su propia misión, que contribuye al bien de la sociedad, al debate democrático, a la promoción de cada persona humana y, sobre todo, de los grupos más vulnerables».
La ceremonia de bienvenida fue el único acto previsto de ayer. Después, se retiró a la Nunciatura. La agenda de hoy sí está repleta de actos. De nuevo se subirá en un avión para desplazarse a la ciudad de Guayaquil, donde visitará el Santuario de la Divina Misericordia y celebrará una multitudinaria misa en el Parque Los Samanes. A la hora del almuerzo dejará a un lado los formalismos y visitará a la comunidad de jesuitas del Colegio Javier, donde se encontrará con su viejo amigo el padre «Paquito», de 91 años. Este español llegó a Ecuador procedente de Málaga en 1963 y nunca más regresó. A inicios de los 80, el sacerdote conoció a Bergoglio que, siendo provincial de los jesuitas, buscaba lugares a los que enviarles. El argentino escogió el Colegio Javier, adonde regresó meses después con dos jóvenes argentinos, que tuvieron al padre Javier como guía espiritual. De nuevo en Quito se entrevistará con el presidente Rafael Correa en el Palacio Carondelet, que ha sido adornado con 120.000 rosas de colores, y después visitará la catedral.