Bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Basta! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»
Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él.» Y el demonio, tirando al hombre en tierra en medio de la gente, salió de él sin hacerle ningún daño.
Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen.»
Y su fama se extendió por todos los lugares de la región (San Lucas 4, 31-37).
COMENTARIO
San Lucas comienza la predicación y milagros de Jesús en su tierra de crianza, Nazaret (Lc 4). donde había crecido, y donde era un carpintero querido, hasta que llegó su hora de manifestar abiertamente a Dios en sí mismo. En eso, aun siendo la gran Verdad que esperaba Israel, le fue mal. Y es que descubrir que tenemos a Dios entre nosotros, en las personas y cosas de cada día, no es nada fácil, porque nos obligaría a ser como Dios para ellas, a tener su bondad para todos.
En Nazaret fue la primera vez que la Palabra de Dios hablaba en carne propia de hombre, sin profeta ni mediador y aunque fuese un pueblerino carpintero, y uno más entre los hombres, ¡casi lo matan por decirlo!
Ante su fracaso, dice Lucas hoy, que Jesús “bajó a Cafarnaúm…” ciudad próspera de la Galilea de los gentiles, con más griegos y sirios que judíos, en un cruce importante de caminos y comercio, que en el Evangelio tendrá un sentido preferente. ‘Galiluya’ parece una síntesis de ‘Gaia’, -la tierra-, y ‘aleluya’, la alabanza común, compuesta del pronombre relativo griego ‘alelou’, (=de unos a otros, de tí para mí), junto con YA, el sello indicativo de Yahvé. Es decir, Jesús bajó a la ‘tierra de la comunión de Dios con nosotros’, perdonando, dando vida, y uniendo en alabanza. ¡Ver la obra de Dios en cada hombre, es la sabiduría!
Allí comenzó su nueva aventura, en la sinagoga de Cafarnaúm, en el mar de Galilea, y allí dio sus primeros pasos la Iglesia, con Él viviendo en casa de Pedro y Andrés, con otros pescadores. Desde el primer día quedaron “asombrados de su doctrina”, de su persona y la fuerza en la palabra, porque atisbaron quien era, y cuál sería su obra en la historia del hombre.
Conocer al hombre Jesús como el Santo de Dios, Hijo del Altísimo, con poder sobre espíritus y cuerpos, es un regalo del Espíritu Santo que será ya siempre la vida de la Iglesia, pero el misterio allí se complicó más cuando el primero que lo conoce y lo publica es el mismo diablo, usando un hombre poseído por su espíritu inmundo, un hombre diabólico, que aún los hay. Sigue asombrándonos como les ocurrió a los nazaretanos, que Jesús cuya razón de estar en el mundo era que lo conociéramos a Él y al Padre, gritando todos juntos su nombre de salvación, ordenase callar al primero que lo conoció en público, -un pobre diablo-, haciéndolo salir de aquel hombre raro y poseído, en una sinagoga judía, y abandonar la región. Es el “secreto mesiánico”. La inmundicia no sabe decir su nombre, aunque lo pronuncie.
Pero el efecto de aquella seguridad suya y de su mandato de silencio, no fue para seguir en el anonimato, sino que: “su fama se extendió por todos los lugares de la región”. ¿Será que a veces la primera piedra de una buena predicación del Evangelio y de la fama de Jesús, es el silencio admirativo, el que lo deja a uno pasmado ante la vida y la palabra que tiene delante, aunque no la entienda del todo?
El final de aquel hombre poseído por el espíritu inmundo, -en la literalidad de la palabra de hoy-, fue el mismo que el de un apóstol de primera clase, echado por tierra, humillado, entre el barro de la gente, pero alabando la grandeza de Dios en su acercamiento al mundo, y señalando al hombre Jesús.
Los signos humanos de un encuentro con Jesús siguen siendo muy parecidos hoy, ante un encuentro auténtico: “Quedar asombrado de su doctrina, porque habla con autoridad…”. “Quedar como pasmados”, ante su armonía y fuerza que llegan al fondo del alma.
Asombro y pasmo ante una Palabra dicha con autoridad y enjundia doctrinal que, escuchada, produce una luz y energía capaces de anular hasta los proyectos diabólicos antihumanos, y los nuestros tan retorcidos a veces.
Es lo que necesita el Evangelio de Jesús, gente sencilla capaz de asombrarse en la escucha, –solo se admiran los admirables–, y capaz de romper su capa de rutina inoperante, para dar paso a la obra de Dios, que empieza casi siempre siendo contradictoria con nuestra costumbre y formas de hablar y actuar. Dice el Evangelio que es la ‘luz que asombra’, o la ‘sombra que ilumina’ en la intimidad de su cercanía, que nos parecía siempre al principio tan lejana.
Hay una frase de Jesús que sigue siendo clave para inutilizar al enemigo: ¡“Cállate y sal de aquí”! Habría que decírselo, también en este tiempo, con la autoridad y fuerza de Jesús, a muchos de los portadores de noticias y costumbres inmundas que nos están poseyendo a su antojo, aunque nos dejen luego “tirados por tierra, entre la gente” y en el barro primero de Adán.
¡Seamos fama de Jesús y de su buen hacer!
1 comentario
Muy bueno Manolo