Entraba el otro día en un bar donde estaban viendo un partido de fútbol. “¡Vaya por Dios! ¡Se acabó el tomar una cerveza tranquila!”, pensé contrariada.
Como no me gusta el fútbol, me dediqué a observar. En el fondo, había una mesa con chicos jóvenes; cerca de mí, estaba sentado un padre con su hijo, que lucía orgulloso el traje de su equipo; en la barra, el camarero discutía las jugadas con un cliente. Se notaba que eran de equipos contrincantes.
Me acordaba de mi hijo. Un día, vino contentísimo a casa porque el hijo de un conocido futbolista iba a su colegio. El día que fue a recogerlo, se formó un gran revuelo y todos le pedían autógrafos.
Recordaba las palabras de Benedicto XVI: “Que nadie os quite la paz”… “No tengáis miedo”… “El cristianismo no se vive en solitario”…
Por la noche meditaba en todo ello y me preguntaba: ¿Qué nos pasa al equipo de Jesús? Cualquier persona se siente orgullosa de pertenecer a su equipo. No le importa que le vean vestido del Barcelona, del Madrid, del Valencia, del Atlético… Tienen gorros, camisetas, bufandas…. Nosotros guardamos las cruces, escondemos el rosario en público…. Tan solo lucimos el traje de la comunión o el de la boda, y me temo que no siempre por cuestiones de fe.
Se saben de memoria los nombres de los jugadores, de sus entrenadores, de los equipo contrarios. ¿Nos interesamos nosotros por las personas de nuestra parroquia, por los feligreses de la parroquia vecina? ¿Conocemos el nombre de más de un párroco? ¿Sabríamos nombrar a algún obispo?
Escuchan insultos a sus clubes, críticas a sus jugadores, pero no por ello dejan de defender aquello en lo que creen, y mucho menos esconden su pertenencia al equipo. ¿Tendremos alguna vez la misma pasión por nuestra Iglesia como se tiene por el fútbol?
¡Ánimo! Tenemos un equipo más que de primera y eso se tiene que notar en todo momento, no solo cuando viene el Papa. ¿O acaso es posible mejorar una plantilla como la nuestra?: Entrenador: El Padre; jefe de equipo: Jesús; profesor: José; animadora: María; médico: Espíritu Santo; defensas: un tropel de ángeles y arcángeles.
Un reto: a ver quién es el primero a quien le piden un autógrafo por pertenecer a este maravilloso equipo.