El pasado 28 de septiembre de 2009, la píldora del día después (PDD) comenzó a adquirirse sin receta médica en las farmacias españolas. El objetivo, según el Ministerio de Sanidad, es facilitar su acceso a todas las mujeres que la necesiten. Tal hecho, merece unos breves comentarios.
1. ¿Es un anticonceptivo ?
Los promotores y defensores de la PDD intentan venderla como un método anticonceptivo más; pero la realidad es otra.
¿Cuándo se utiliza?
Generalmente se emplea cuando se han tenido relaciones sexuales sin protección (por ejemplo sin preservativo), o como una alternativa a los fallos de los métodos anticonceptivos tradicionales (rotura o deslizamiento del preservativo, olvido en la toma de la píldora anticonceptiva, etc.).
¿Por qué se usa?
Se emplea porque existe la posibilidad de que, tras un acto sexual, se haya podido producir un embarazo. La mujer que recurre a la PDD lo hace por miedo a estar en el periodo fecundo de su ciclo sexual y, por tanto, a haberse quedado embarazada. Con este método se persigue la eliminación de esa posible nueva vida.
2. Aspectos técnicos
Bajo el término PDD se engloba una serie de compuestos químicos (el más común es el Levonorgestrel) que se emplean después de una relación sexual que se teme que pueda derivar en un embarazo. El nombre comercial de la píldora del día después en España es Norlevo.
Mecanismo de acción
El mecanismo de acción de la píldora es triple, dependiendo del momento del ciclo menstrual en el que la mujer se encuentre al tomarla:
– Inhibe o retrasa la ovulación, si ésta todavía no se ha producido.
– Impide la fusión del óvulo y el espermatozoide, si la ovulación se ha producido.
– Impide la implantación del embrión (anidación) en el útero, si la fecundación se ha producido.
En los dos primeros supuestos, el efecto de la píldora es anticonceptivo. Sólo en el tercero el efecto es anti-implantatorio (anti-anidatorio). Por tanto, la afirmación “La píldora del día después no es abortiva” no es verdadera. Si se ha producido la fecundación, la PDD produce serias alteraciones en la mucosa uterina, impidiendo que el embrión pueda implantarse en el útero materno. Y si no se implanta, el embrión es expulsado al exterior y muere (efecto abortivo).
Conviene añadir que el Norlevo está compuesto únicamente de progestágenos (Levonorgestrel). Como se sabe, los estrógenos actúan fundamentalmente inhibiendo la ovulación, y los progestágenos inhibiendo la ovulación e impidiendo la anidación. Por ello, como en la PDD se utiliza solamente un progestágeno, se refuerza su acción anti-implantatoria y se debilita su efecto anovulatorio. Por eso se puede concluir que el principal mecanismo de acción del Levonorgestrel es anti-implantatorio y, por tanto, abortivo.
Riesgos para la salud de la mujer
La libre difusión de la PDD independientemente de la edad (como desea el Gobierno español) constituye, a nuestro juicio, y en referencia a los riesgos que conlleva para la salud, una decisión imprudente y un error sanitario grave.
Esta afirmación no es gratuita. Se apoya en el dato de que la Agencia Española del Medicamento la incluye dentro de los medicamentos que requieren receta médica. Conviene recordar, además, que un elevado número de mujeres que la utiliza tienen nauseas, vómitos, trastornos digestivos, fatiga, molestias en el pecho, trastornos del ciclo, vértigos, mareos o dolor de cabeza tras la ingestión de la PDD. La mitad de las usuarias de esta píldora, afirma la prestigiosa revista médica British Medical Journal (2002; 325; 1395), sufren algún efecto secundario negativo.
Si la PDD comienza a utilizarse como un método anticonceptivo más -y a eso conduce su libre comercialización-, habrá que tener en cuenta lo que esto puede significar para el organismo de una mujer joven que está en plena evolución hormonal. Pues no hay que olvidar que con la PDD se reciben 1.500 microgramos de Levonorgestrel, es decir, 20 veces más que con la píldora anticonceptiva tradicional.
Hagámonos una pregunta: ¿Qué es potencialmente más nocivo para una joven de 15 años: tomarse un vaso de vino, fumarse un cigarrillo o ingerir la PDD? Creo que el sentido común, apoyado en los datos anteriormente citados, nos dice que lo tercero. ¿Es coherente querer prohibirle el acceso al alcohol y al tabaco a una adolescente a fin de proteger su salud, y, en cambio, darle toda la facilidad para ingerir un coctel hormonal en cuyo prospecto los fabricantes indican -por si acaso ocurre algo- que “no están suficientemente comprobados sus efectos secundarios en menores de edad”?
En definitiva, no son pastillas inocuas que se puedan utilizar sin ningún control e independientemente de la edad o de la salud de la usuaria.
3. Implicaciones éticas
¿Qué es lo que se busca cuando se recurre a la PDD?
Simple y llanamente interrumpir un posible embarazo. Por eso se ha dicho que la PDD es un método abortivo en la intención y en el efecto posible. Lo que se pretende es que, si ha habido fecundación, el embrión no llegue a anidar en el útero, se expulse y muera.
¿Cuándo comienza la vida humana?
Algunos afirman, sin fundamento, que la vida humana comenzaría con la implantación del embrión en el útero materno, que tiene lugar aproximadamente a los siete días de la fecundación del óvulo por el espermatozoide. Por tanto, si la PDD se utiliza dentro de los 3-4 días después de la relación sexual, no se podría hablar de aborto porque no habría vida humana. Sin embargo, la opinión dominante con base científica es que la vida humana comienza con la fecundación del óvulo femenino por el espermatozoide masculino. En ese momento aparece un nuevo y verdadero ser humano, que merece todo el respeto y protección.
Por eso, aun en el supuesto de que no se haya producido la fecundación, se actúa moralmente mal, ya que se acepta la posibilidad de producir la muerte de un ser humano inocente. Cuando se recurre a la PDD se asume voluntaria y deliberadamente el riesgo de provocar un aborto.
4. Buscando soluciones
Hay gente que sostiene que un embarazo no buscado ni deseado, sobre todo si tiene lugar entre jóvenes, supondría una enorme carga para la vida de la madre. Y de ahí se concluye que la utilización de estos métodos (PDD) es altamente positiva y beneficiosa. En definitiva, apoyándose en argumentos de tipo sentimental se intenta convertir un mal en un bien o, al menos, en algo neutro. La realización personal, la calidad de vida y la comodidad pesan más que la vida humana del concebido no nacido.
Significado de la sexualidad
Otro tema implicado es la banalización de la sexualidad humana. En amplios sectores de la sociedad actual, el sexo es un mero elemento de intercambio y de consumo. Cada vez son más frecuentes los mensajes que reducen la sexualidad a algo puramente lúdico. Es más, se anima a la población a ser tempranamente promiscua.
La población que con mayor frecuencia utiliza la PDD es la adolescente y juvenil. Pero a esta edad las relaciones sexuales no suelen estar premeditadas, no es frecuente la pareja estable y, en muchas ocasiones, esas relaciones están mediadas por el alcohol u otras sustancias que disminuyen la capacidad de elección y decisión del sujeto (drogas, excitantes, alucinógenos, etc.).
Hacia una verdadera educación afectivo-sexual
Se puede decir que, con frecuencia, la educación sexual que actualmente se imparte es muy reductiva. Es frecuente escuchar: “Disfruta del sexo en el finde, es guay, y no tengas miedo, si hay algún tema lo solucionas con la pastilla”. ¡Qué pena que la sexualidad, que está destinada a expresar el amor más profundo entre personas y a la procreación de los hijos, se trate de modo tan frívolo y rastrero! El sexo no es un juego sin consecuencias, personales y/o ajenas.
Una de las soluciones pasa necesariamente por enseñar a los jóvenes a valorar y ejercitar la sexualidad en el verdadero contexto humano de una relación personal amorosa, plena, definitiva y estable.
La Guía editada por la Academia Americana de Pediatría para ayudar a los pediatras norteamericanos en su trabajo con las adolescentes, y orientada a evitar los embarazos no deseados, afirma en una de sus nueve recomendaciones: “los pediatras deberían animar a la abstinencia sexual como una parte de la educación de la sexualidad, y ofrecer estos servicios a sus pacientes adolescentes” (Pediatrics 2007; 120: 1135).
PDD y Salud pública
Tampoco se puede ignorar las posibles infecciones de transmisión sexual (ETS) que se asocian a la promiscuidad sexual, favorecida por el uso de la PDD. De hecho, la Organización Mundial de la Salud y el prospecto del Norlevo advierten en mayúsculas que la PDD no evita las ETS.
Resulta contradictorio que, mientras las autoridades sanitarias llevan más de treinta años recomendando la utilización racional de los medicamentos e intentando su utilización bajo control sanitario, se favorezca ahora el uso no regulado de uno de ellos, precisamente entre un colectivo que no se caracteriza por su estabilidad emocional y capacidad de reflexión, como es la población adolescente-juvenil.
El empleo de la PDD, ¿disminuye el número de embarazos no deseados?
Todo este despropósito en la educación afectivo-sexual ha incrementado la tasa de embarazos entre adolescentes.
Algunas autoridades sanitarias españolas están afirmando en los últimos meses que la libre distribución de la PDD puede ser una buena estrategia de Salud pública para evitar los embarazos imprevistos y reducir así el número de abortos, sobre todo entre la población más joven. Sin embargo, no hay evidencias científico-sociológicas de que esto esté ocurriendo. Según los datos disponibles en la actualidad, fomentar el uso de la PDD no reduce la tasa de embarazos no planificados ni de abortos. Es más, lejos de evitarlos los multiplica.
La PDD se emplea en España desde 2001, con gran éxito comercial. El crecimiento ha sido meteórico: de unas 100.000 unidades dispensadas el primer año se ha llegado a 540.000 en 2008.
En el periodo de 2001-2007 el número de abortos ha subido un 60%. Y lo que es más significativo, la tasa de abortos por mil mujeres (14-44 años) ha pasado de 7,66 a 11,49. En las menores de 20 años, el aumento ha sido aún más acusado: de 8,29 a 13,79 por mil.
Según datos de 2007, en España se produjeron más de 10.600 embarazos en chicas menores de 18 años y de las 112.138 interrupciones voluntarias del embarazo realizadas ese año, 6.273 se produjeron en menores de 18 años (500 en menores de 15 años).
Prestigiosas revistas de Medicina han afirmado que si se busca una estrategia para disminuir la tasa de abortos, la PDD no es la solución (Contraception 2004; 69: 361-6; Soc Sci Med 2005; 60: 1767; JAMA 2005; 293(1): 54-62; Editorial BMJ, 2006; 333: 560-1; Obstetrics and Gynecology 2007; 109: 181-8).
Con estos datos en la mano, no se entiende que se quiera liberalizar aún más la difusión de este producto en aras de un propósito para el que se ha demostrado que no sirve.
5. ¿Qué dice la Iglesia?
Para la redacción de este apartado nos fijaremos en la Instrucción vaticana “Dignitas personae” (2008). Concretamente, en el apartado: “Nuevas formas de intercepción y contragestación”. En el n. 23 del citado documento se habla de los medios interceptivos, es decir, los que interceptan el embrión antes de su anidación en el útero materno (los más conocidos son el espiral o DIU —dispositivo intrauterino— y la llamada “píldora del día después”). Y se dice:
“Para favorecer la difusión de los medios interceptivos a veces se afirma que su mecanismo de acción aún no sería conocido suficientemente. Es verdad que no siempre se cuenta con un conocimiento completo del mecanismo de acción de los distintos fármacos usados, pero los estudios experimentales demuestran que en los medios interceptivos está ciertamente presente el efecto de impedir la implantación.
Sin embargo, esto no significa que tales medios provocan un aborto cada vez que se usan, pues no siempre se da la fecundación después de una relación sexual. Pero hay que notar, que la intencionalidad abortiva generalmente está presente en la persona que quiere impedir la implantación de un embrión en el caso de que hubiese sido concebido y que, por tanto, pide o prescribe fármacos interceptivos”.
“Como se sabe, el aborto «es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento». Por tanto, el uso de los medios de intercepción forma parte del pecado de aborto y es gravemente inmoral”.