Pedro se vuelve y ve siguiéndoles, detrás, al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.» Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: « No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga.»
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran (San Juan 21, 20-25).
COMENTARIO
Último flash evangélico de Juan, sobre un tema siempre vivo en la Iglesia: ¿qué lugar ocupa cada uno en su seguimiento? Lucas lo definió poniendo en escena a Marta y María, pero acción y contemplación, no tienen por qué ser tareas independientes.
Pedro acababa de confesar tres veces su amor a Jesús, y recibido otras tres el mandato de apacentar al rebaño, y cuando Jesús le dijo “Tú sígueme”, pensaría ser el momento de su gloria única. Ya habían discutido los discípulos sobre el lugar de cada uno cuando Juan y su hermano pidieron sentarse a derecha e izquierda del Señor en el Reino, con el correspondiente enfado de los otros. Y el ambiente seguía enrarecido. Por eso cuando «se vuelve y ve» a Juan detrás le dijo a Jesús: «¿Y este qué?»¿Es que va a ser más que yo, que soy Pedro? «Tú, sígueme». Juan no estaba quieto, sino andando ligero tras de Pedro. Y Jesús dice: ”Si quiero que se quede a ti qué, lo que marca la vida eterna en el Padre, es lo que “Yo quiero” muchos de los míos se van a quedar conmigo, solo recostados en mi pecho, preguntando y escuchando, escribiendo o cantando mi alabanza, hasta que yo quiera y los mande a donde yo quiera». La peculiaridad de cada vocación hace único a cada uno en la Iglesia
No preguntó más Pedro, pero manifestó una tendencia ingénita de muchos elegidos, a saberlo y ordenarlo todo, a ser los primeros y únicos en todo. También los “hijos del trueno”, habían querido excluir a uno porque «no va con nosotros» dijeron, o querían pedirle al cielo que enviara fuego sobre una aldea que no había querido recibirlos. Así es entendido a veces el celo del amor, hasta que se descubre que lo único que importa es lo que Jesús quiere, para cada uno, en el tiempo que él quiere, y en el lugar y forma que él quiere.
Pedro pensaría que iban a algún sitio para confirmarlo a él como pastor supremo de la Iglesia, pero no fue así. Juan lo que dice es que iban siguiendo a Jesús por el camino, porque eso es lo que quiere decir: lo que importa es seguir a Jesús por el Camino, guardando las distancias de seguridad que Él quiera.
La misión que el propio Juan declara para él, es el testimonio de su Evangelio. Iba detrás de Pedro, como para corregir ahora que le echó la delantera el día que corrieron juntos al sepulcro, o que fue el que se recostó sobre el pecho de Jesús en la Cena. A Pedro le escoció aquello. Y también que Juan, «el discípulo a quien Jesús amaba», descubriera primero desde la barca, pescando, la identidad de Jesús en la playa antes que él, aquel mismo día. Pedro encelado, se vistió y se tiró agua, cuenta después Juan. Y se puso chorreando el vestido aunque Juan no lo diga. Hay escenas que dentro de todo el amor que proclaman, tienen un cierto humor. Y así eran Pedro y Juan. Normalmente uno se quita la ropa para tirarse al agua, pero Juan dice que Pedro lo hizo al revés. Realmente los celos por Jesús que nacen del amor, están desde el principio en la Iglesia y parecen muy buenos, pero habrá que tener cuidado de no excluir al otro, «¿y este qué?», porque el amor de Jesús es incluyente, como se dice ahora.
Jesús, fundamento de la Iglesia, lo había repetido muchas veces, para vosotros el más pequeño será el más grande, y el más condecorado o alabado será el que más sirva.
Hay un personaje colectivo en la última escena de hoy que trasciende aquellos hechos ocurridos en el mar de Galilea, escrito como colofón del Evangelio «Nosotros sabemos que su testimonio es la Verdad». Es la Iglesia de todos los tiempos que habla en el Evangelio de Juan. Si yo creo que el Evangelio es un testimonio vivo de la Verdad de Jesús, soy también primera persona del plural sabio de la Iglesia “Nosotros sabemos”. Y saber, no solo es oír, ni siquiera escuchar, sino llegar a conocer a Jesús. Él es la sabiduría, o el “sabor a Dios” que tiene su Evangelio. “Saber” o no a Jesús es como un test de nuestra fe actual. «Nosotros sabemos que su testimonio», -su Evangelio escrito-, «es la Verdad». Se podrán escribir libros hasta hundir el mundo, e ir descubriendo cosas en Jesús hasta el infinito, porque esa es la vida eterna, pero el testimonio de la Verdad a nuestra medida hoy, es el Evangelio.