En aquel tiempo, Jesús se retirá con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer (San Marcos 3, 7-12).
COMENTARIO
Jesucristo manda preparar cosas. Nos encanta estos mandatos. El nos está preparando un sitio en el Cielo también. Y nos encanta porque nos encanta esta palabra (preparar). La Palabra prepara morada a sus hijos (Jn 14,2).
Es interesante y hermosa esta palabra “preparar”. Significa disponer, dejar listo de antemano, con antelación. Se prepara una casa y se prepara un discurso. Se preparan meriendas y bibliotecas. Se preparan… un sinfín de cosas. El término ya en sí mismo lleva carga de ilusión. También se pueden preparar una bomba o brebaje para aniquilar a una persona; pero esto es ya deterioro del vocablo. A veces se usa la palabra amor para encubrir el más fino de los egoísmos.
Preparar en cualquier caso implica dedicación, delicadeza, intencionalidad, ilusión, servicio. Todo útil para los cristianos.
Toda preparación es ya de algún modo fiesta. Los preparativos ya quieren ser gozo y alegría, no exento de sacrificios. Las cosas valiosas no se preparan en poco tiempo. Es inversión en el amor.
Se asocian a pre-parar, am-parar, com-parar, re-parar y se-parar. Amparar es presentar una defensa antes de algo, proteger. Comparar es disponer una cosa con otra con objeto de ver sus diferencias. Reparar es volver a establecer de nuevo. Separar es alejar.
En todos estos casos los respectivos prefijos dan distintos significados al verbo latino “parare” (disponer, dejar listo). Verbo maravilloso que implica acción e intención, matizada según los casos. Realización meditada de un proyecto: esto es preparar. Realización normalmente en un periodo relativamente breve. No se preparan edificios, se construyen. En cambio, se pueden preparar, habilitar y acomodar edificios para intenciones benefactoras muy concretas. La preparación origina la acción. Y la intención cualifica la preparación.
Suele ser moneda común entre las personas buenas encontrar la felicidad y en procurarla para los demás. Más feliz es el abuelo que regala un camión amarillo a su nieto que el mismo niño. La felicidad de dar felicidad es la mayor felicidad.
Y el verbo preparar va en ese camino. Se prepara algo necesario que va a originar comodidad o utilidad. Preparación como conjunto de actividades propias o delegadas (el jefe de una oficina dice al secretario que le prepare no se qué documentos). Se vislumbra el servicio en el ejercicio de una preparación.
Un soldado preparado, un labrador, un profesional de cualquier campo… son personas bien formadas y dispuestas al servicio de los demás.
En el evangelio de hoy Jesucristo dice a sus discípulos que estuviese preparada una lancha a su disposición a causa de la gente, para que no le atropellasen. Todo el mundo quería tocarle y experimentar su curación. Muchedumbre, masas de personas… que hacen necesitar al Señor el alivio de una barca preparada por el amor de sus discípulos.
La preparación supone diligencia, una cierta rapidez en la ejecución. No nerviosismo sino prestancia. Hay una decisión al servicio de un motivo. Estar preparados para el combate o para la carrera es poner las bases del éxito.
Estad en velas y preparados porque no sabéis el día ni la hora (Mt 24,37-44). Ya no es preparar algo sino prepararse así mismo. El libro del Eclesiástico dice que se preparen para la prueba los que han decidido servir al Señor (Eclco 2)
El Señor les dice a sus discípulos que vayan a prepararle un lugar para la cena. Ellos han preguntado al Maestro y él ha respondido (Mt 26,17-19) ¡Cuánto amor se derrocharía en aquellas circunstancias! ¡La preparación de la primera misa del mundo!
El se va a prepararnos un sitio en el Cielo (Jn 14,2) Será el banquete de bodas definitivo preparado por el Señor. Ya está preparado, a punto (Mt 22,1-14). Pero…, todo empieza con la preparación humilde de una humilde lancha… Todo empieza en la Iglesia, esa barca que lleva dentro peces de color, aves, lobos, corderos, leones, bueyes que comen paja (Is 65,25). Esa barca, ese arca conducida por una Paloma, ramita de olivo en pico (Gn 6-9).
¿Cómo sería esa barca? No tendría simple función de despejar un espacio y hacer posible un respiro. La barca había de estar preparada para él. Era su barca, primer ensayo eclesial, áncora firme de salvación. No era aquel un modo de evadirse sino de implicarse más, desde una barca flotante.
Cuando hay muchedumbre en un corazón apostólico hay que acentuar la eclesialidad, la comunión, el orden: la Barca, la Iglesia. La misión apostólica nace de la iglesia y es ésta la que cuida cada paso de sus apóstoles misioneros. El Señor da un salto a la barca para gestionar su divino apostolado. Nosotros tenemos que introducirnos más y más en nuestra barca eclesial para agilizar mayores áreas de evangelización.
La Iglesia la funda Cristo en majestad y la preparan sus discípulos. Amor en ambos extremos que constituyen un único Cuerpo místico.
Cristo ahora no quiere ser comprimido. Con el paso del tiempo no temerá dejarse en la eucaristía para ser apresado por los dientes de todos los fieles del mundo. La Iglesia es la gestora de las gracias, administradora de los dones de Dios (1 Cor 4,1-2). Aprendamos del Señor que distribuye sus gracias de modo ordenado y según vaya conviniendo: naciendo, predicando, callando, curando, acompañando, orando, sanando, perdonando, comiendo, embarcado, maltratado, muerto y resucitado. Hay tiempo para todo (Eclesiastés 3,1-15)
Acompañemos a Cristo en su barca.