«Porque yo lo valgo»
Hoy día se potencia cada vez más el narcisismo. Hay muchos narcisistas que funcionan con éxito en esta sociedad. Son personas que no aparecen mucho por la consulta pero están muy presentes en la vida pública, en la política, la televisión, etc. Muchos de ellos son famosos actores, cantantes, artistas, intelectuales o presentadores de televisión. El narcisista se siente superior a los demás en todos los aspectos. Su autoestima es excesiva, pero a nivel interpersonal su relación siempre es negativa porque tiende a aprovecharse o explotar a los demás. Únicamente busca su propio interés. Se estima que entre el 5% y el 15% de la población clínica y el 1% de la población general padece este trastorno.
Solo le importan los demás si puede obtener algo de ellos. Se ve siempre superior y no soporta a nadie. Pretende siempre ser alabado y reforzar sus sentimientos de grandiosidad. Busca rodearse de personas que le admiren y le vean como un líder excelente. Tiene un concepto de sí mismo de persona especial, autosuficiente y superior. Con frecuencia se expresa de forma mayestática y pedante. Habla constantemente de sí mismo, enfatizando todo lo que hace y sus capacidades, como si a los demás solo les importara su visión de la vida, sus opiniones, etc.
A los narcisistas les encanta hablar en público o salir en televisión para destacar, incluso pueden potenciar su aspecto de ser graciosos, simpáticos, etc., pero tratándoles de cerca son insoportables. En realidad, el narcisista es una persona muy resentida, con una tendencia máxima a la ira, y puede ser muy vengativo con los demás cuando no le alaban o le critican. Solo le importa alimentar su ego y su superioridad. Si piensa que alguien puede competir con él utiliza todas sus armas de venganza para desprestigiar a esa persona.
Millon afirma que la personalidad narcisista se desarrolla por un exceso o defecto de atención y afecto de los padres. Los halagos excesivos a un niño pueden terminar en lo que Tartakof denominó el “complejo de Premio Nobel”: cuando el niño se considera en todo mejor de lo que es realmente. Estos mismos sentimientos pueden aparecer cuando, por el contrario, el niño se ha desarrollado en la indiferencia y negligencia parental. El niño desarrolla así una gran necesidad de halagos y refuerzos.
necesidad de atención permanente
La persona que tiene este trastorno tiene un exagerado egocentrismo, le es imposible empatizar con los demás y expresa una excesiva preocupación por sí mismo, además de una actitud de superioridad y desprecio general hacia todos. Se expresa de forma arrogante, chulesca, despectiva y aparentemente insensible. De este modo trata de ocultar lo que hay en lo más profundo de su personalidad, que es inseguridad, envidia, ira, rabia, frustración, impotencia, enfado, sensación de fracaso y humillación, odio, violencia y un gran resentimiento vengativo. Humillando a los demás se siente superior.
Se caracteriza por un patrón general de grandiosidad y una enorme necesidad de admiración. Lo que más desarrolla es el egocentrismo, la arrogancia, la presunción, la explotación de los demás, pero no expresa su hostilidad y agresividad por su necesidad desesperada de reconocimiento y valoración. Exagera siempre su capacidad y busca la perfección en todo lo que hace. Necesita el poder, el prestigio, la gloria, la riqueza, la alabanza, la admiración y el respeto que cree que se merece.
La persona narcisista tiene una gran autoestima pero no soporta la crítica de los demás. Por eso padece una escasa tolerancia a la frustración. Busca rodearse de personas que le alaben e idealicen. Piensa sobre sí mismo que “se lo merece todo por ser superior”. El narcisista carece de principios, por lo que explota a los demás. Otro síntoma es el deterioro de las relaciones sociales ya que intenta siempre manipular a los demás y es muy pretencioso. Es un trastorno que comienza a manifestarse en la adolescencia y se desarrolla en la edad adulta, donde ya aparecen complicaciones como alcoholismo, drogodependencia, farmacodependencia y problemas en el área interpersonal, familiar y laboral.
El narcisista busca el refuerzo constante por medio de conductas persistentes, ambiciosas y dirigidas hacia sus objetivos. Se siente con derecho a ser alabado por los demás y sobrevalora su importancia personal, dirige su afecto hacia sí mismo más que hacia los demás y espera que todos le reconozcan como un ser único y especial. El trastorno narcisista de la personalidad va desde formas moderadamente graves hacia formas más graves, que son más disfuncionales. Pero siempre se caracteriza por la necesidad de atención permanente y unas creencias irracionales de grandiosidad y superioridad. La DSM-5 lo describe así:
F60.8 trastorno narcisista de la personalidad (301.81)
Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:
- Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados).
- Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
- Cree que es «especial» y único y que solo puede ser comprendido o solo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status.
- Exige una admiración excesiva.
- Es muy pretencioso. Por ejemplo tiene expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus proyectos.
- Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
- Carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
- Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él.
- Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios.
cuadro clínico
- Conducta aparente. Es percibido como arrogante. Cree que está por encima de las convenciones y éticas de su grupo cultural. No le importan las responsabilidades de la sociedad. Espera que los demás se sometan a sus deseos. Se comporta como carente de humildad, altamente presuntuoso, centrado en sí mismo. Cuando el trastorno se desarrolla, entonces aparecen conductas como: se mofa de las reglas convencionales de la sociedad, se muestra indiferente con los derechos de los demás, aumenta su ilusión de ser superior a los demás, y considera solamente sus derechos o necesidades. En la edad adulta desarrolla un delirio de grandeza personal y su egocentrismo aumenta mucho.
- Conducta interpersonal. El trastorno se desarrolla con la mayor explotación de los demás o manipulación, siempre para buscar su propio interés. Interpersonalmente tiene cada vez menos empatía. No tiene respeto con los sentimientos y deseos de los demás. En la variedad extrema del trastorno, el comportamiento interpersonal se manifiesta como desprecio por los derechos y la felicidad de los demás. Es frecuente la explotación interpersonal, por la que se aprovecha de los demás para complacer sus propios deseos o para su engrandecimiento personal.
- Estilo cognitivo. El trastorno evoluciona hacia mayor indisciplina. No tiene límite en sus fantasías inmaduras. Tiende a exagerar sus habilidades, transforma sus fracasos en éxitos y emplea racionalizaciones extensas para aumentar su propio valor y rechaza a aquéllos que le niegan o le rechazan. En el extremo del trastorno, la expansión cognitiva se torna en pensamiento indisciplinado. Sus sueños se vuelven fantasías elaboradas o delirios de éxito, gloria, belleza o riqueza. Recurre a la mentira o la invención para mantener sus ilusiones de autoestima.
- Expresión afectiva. La expresión afectiva pasa de indiferente al comienzo del trastorno a una expresión de grandiosidad. Tenderá hacia un estado general de indiferencia e imperturbabilidad. Irá desarrollando una frialdad cada vez mayor, incapaz de impresionarse con nada.
- Percepción de sí mismo. Comienza a sentirse como admirable y evoluciona a sentirse único y extraordinario. Se ve como una persona superior, especial. Esta idea está tan anclada en su mente que nunca se la cuestiona. Cualquiera que le cuestione esta concepción de sí mismo es mirado con desprecio y desdén. Piensa que está por encima de las reglas éticas y costumbres de la sociedad. A medida que el trastorno se desarrolla, se considera a sí mismo no solo admirable, dotado y único, sino también extraordinario y capaz de serlo todo.
- Racionalización. La personalidad narcisista se construye sobre una autoestima aumentada, sentimientos de superioridad e ideas altamente irrealistas de capacidad. La racionalización es el mecanismo más utilizado para distorsionar la realidad. Representa un proceso inconsciente de autoengaño para no ver sus frustraciones, fallos o actos antisociales. La racionalización es un proceso de creación de explicaciones para ocultar las razones reales de frustración, un proceso engañoso para aumentar su autoestima. Evita la dependencia de los demás y tiende a considerarse como independiente, frío y por encima de las normas. Sus conductas de explotación o manipulación hacia los demás van en aumento y esto hace incrementar mucho su egocentrismo. El concepto de sí mismo está construido sobre su superioridad única.
- Su cuadro clínico se puede resumir así:
- – Conducta aparente: de arrogante a exhibicionista.
- – Conducta interpersonal: manipuladora a explotadora.
- – Estilo cognitivo: de egocéntrico a indisciplinado.
- – Expresión afectiva: de indiferente a manía.
- – Percepción de sí mismo: de admirable a único y especial.
- – Mecanismo principal: racionalización.
El Trastorno de Personalidad Narcisista, se va agravando mediante dos vías de mecanismos psicológicos: procesos funcionales y atributos estructurales.
procesos psicológicos funcionales
- Procesos cognitivos. Posee una imaginación desenfrenada y está enfrascado en inmaduras y gloriosas fantasías de éxito o belleza. Se ajusta mínimamente a la realidad, se concede licencias en cuanto a los hechos y suele mentir para mantener sus ilusiones.
- Conducta interpersonal. Carece de empatía, se cree el centro de atención y espera favores especiales sin asumir responsabilidades recíprocas. Se toma excesivas confianzas sin ningún reparo y utiliza a los otros para fortalecerse a sí mismo y satisfacer sus deseos. Si puede, explota o manipula a los demás.
- Se comporta de forma arrogante, altanera, pomposa y desdeñosa. Se siente por encima de las normas de convivencia y las califica de superficiales o inaplicables para sí mismo. Muestra una descuidada falta de atención por la integridad de las personas y una indiferencia presuntuosa hacia los derechos de los demás.
- Mecanismo de defensa. Utiliza sobre todo la racionalización. Se engaña a sí mismo y tiende a elaborar razones plausibles para justificar su egocentrismo y su comportamiento socialmente desconsiderado; encuentra coartadas para situarse en la mejor posición posible a pesar de sus evidentes obstáculos o fracasos.
procesos psicológicos estructurales
- Organización mental. Las estructuras morfológicas que subyacen a las estrategias defensivas y de afrontamiento tienden a ser débiles y transparentes, parecen más sustanciales y organizadas de lo que son en realidad. La regulación marginal de los impulsos, la mínima canalización de las necesidades y la creación de un mundo interno en el que se descartan los conflictos sirven para la rápida justificación de los errores y la reafirmación.
- Estado de ánimo. Manifiesta un aire general de indiferencia, imperturbabilidad y fingida tranquilidad. Parece poseedor de una frialdad no impresionable, excepto cuando se ve amenazada su confianza narcisista, momento en el que aparecen muestras de ira, vergüenza o sentimientos de vacío.
- Impulsos y conflictos. Representaciones internalizadas compuestas en mayor medida de lo normal por recuerdos ilusorios y cambiantes sobre relaciones pasadas. Los impulsos y conflictos inaceptables son rápidamente remodelados en cuanto surge la necesidad.
- Autoimagen. Cree que es una persona de mérito, especial o única, que merece una gran admiración. Se comporta de forma grandiosa y con una gran confianza, a menudo con logros significativos. Tiene un elevado concepto de sí mismo a pesar de ser visto por los demás como egocéntrico, desconsiderado y arrogante.
etiología
El papel de los factores genéticos en los trastornos de personalidad no ha sido demostrado. Los factores que sí se han demostrado son ambientales y de tres tipos:
- Permisismo parental y sobrevaloración. Los padres que sobrevaloran en exceso al niño, con la buena intención de que creen que están formando una personalidad más segura, consiguen que estos niños aprendan:
- * Que es especial y superior.
- * Que le alaban por cualquier cosa que haga.
- * Que siempre es el mejor en todo.
- * Que los demás deben tratarlo de forma especial.
- * Que los demás deben admirarle, puesto que es superior.
- * No coopera con los demás.
- * Siempre espera que los demás hagan lo que él diga.
- * No aprende a asumir la responsabilidad personal.
- * No respeta las opiniones, intereses, bienestar y derechos de los demás.
- * Está acostumbrado a conseguir todos sus caprichos.
Un niño que está acostumbrado a ser complacido en sus deseos y caprichos espera que todo gire alrededor de sí. Es lógico que se vuelva extremadamente egoísta y narcisista en sus expresiones de amor y sus emociones. Ha aprendido a ser tan reforzado en su familia que espera que los demás se comporten igual. Si nota que los demás no le tratan de forma especial comienza a desarrollar conductas demandantes de atención y explotadoras para conseguir lo que quiere.
- Conducta explotadora aprendida. El niño narcisista está acostumbrado a un trato especial y es sobrevalorado por su familia. Cuando está fuera de ella espera el mismo trato por parte de los demás. Si no lo percibe así comienza a desarrollar conductas de habilidad en obtener la atención y admiración de los demás, manipular y explotar a los demás para ser considerado como único y especial.
Ha aprendido en su familia a ser tratado como “persona especial y única”, a admirar su propia inteligencia, su valor, su aspecto físico y talento especial. Por eso, su conducta se caracteriza por buscar continuamente el elogio y la admiración. Está convencido que merece un trato especial en todo. Frecuentemente se hacen amigos de personas dependientes para manipularles mejor y conseguir admiradores sumisos. La explotación y manipulación de los demás se convierte así en un potente refuerzo difícil de extinguir.
3. Hijo único o el menor de la familia. La alta frecuencia con que la sobrecomplacencia parental y la oportunidad de aprender conductas manipulativas y de explotación es mayor en los hijos únicos y en el pequeño de la familia. Lo que hace que estos niños se sientan como “únicos y especiales”. Son niños que no se les han puesto restricciones y no adquieren las conductas de responsabilidad y de compartir con los demás. Por la sobrevaloración parental es habitual que generen sentimientos de omnipotencia. El niño no está expuesto a una disciplina parental suficiente y tampoco al aprendizaje de conductas en las que influye la culpa, el temor, la vergüenza social, etc., por lo que no desarrolla un autocontrol emocional o cognitivo correctos.