El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
–¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
El envió a dos discípulos, diciéndoles:
–Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?».
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
–Tomad, esto es mi cuerpo.
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron.
Y les dijo:
–Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.
Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos (San Marcos 14, 12.16. 22).
COMENTARIO
La Pascua ha finalizado pero seguimos en el mes de Mayo de la Virgen Santísima. Y además celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
En el Evangelio de hoy, el Señor Jesucristo instituye la Eucaristía, con lo cual da cumplimiento a una de sus promesas: Estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
El Señor permanece con nosotros de diversas formas. Una es la Eucaristía. Otra es, cuando dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.
También a través de los demás sacramentos. Por ejemplo, el sacramento de la reconciliación es un encuentro con Jesucristo.
En el caso de la Eucaristía, todo un Dios se hace presente a través de las humildes especies del pan y el vino y se hace dependiente de nosotros. Si nosotros no ponemos el pan y el vino no hay Eucaristía. Además se hace vulnerable a ataques y profanaciones.
Todo esto nos demuestra el Amor Infinito que nos tiene.
Hermanos, no desesperemos. ¡Mucho ánimo!. Mirado con ojos humanos, el mundo actual es una gigantesca estructura de pecado que avanza hacia la catástrofe.
Pero el Señor Jesucristo permanece con nosotros. Hasta el final de los tiempos.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna, amén.