«En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: “Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret”. Natanael le replicó: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Felipe le contestó: “Ven y verás”. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Natanael le contesta: “¿De qué me conoces?”. Jesús le responde: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Natanael respondió: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Jesús le contestó: “¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores”. Y le añadió: “Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”». (Jn 1, 43-51)
Estamos en los primeros días del año 2015. La Liturgia de la Palabra nos sitúa al comienzo de la predicación de Jesús, en Galilea, donde va llamando a cada uno de los discípulos. En el texto de San Juan hay una expresión evangélica: “Sígueme”. Pero esta invitación normalmente la recibimos por mediación de otros, como sucede en el caso que relata la escena del anuncio de Felipe a Natanael.
Tres consideraciones, al hilo del Evangelio: Felipe se siente fascinado por el encuentro que ha tenido con el Maestro de Nazaret. Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme.» (Jn 1, 53). Es una experiencia que le cambia la vida y que no puede aguantarla en secreto; le supera y la comparte con su amigo. Los dones se reciben para difundirlos.
Natanael se muestra escéptico, y toma como argumento el prejuicio que le impide abrirse a la novedad, como lo vemos cuando escucha el anuncio del encuentro con Jesús de Nazaret. «”¿De Nazaret puede haber cosa buena?”. Le dice Felipe: “Ven y lo verás”» (Jn 1, 46). Reacción que nos advierte de nuestros posibles inmovilismos, mitificados y fundados en nuestras mitificaciones o preconceptos.
Jesús se presenta, llamando a cada uno al seguimiento. Él quiere contar con la colaboración humana, y promete no defraudar. «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores» (Jn 1, 50)
Una condición. Cada persona puede tener sus creencias, sus códigos de seguridad, sus prácticas religiosas justificativas, a la manera de lo que le sucedía a Natanael, que se sentía seguro en su pertenencia al judaísmo, simbolizado con la referencia a la higuera. Cuando uno se siente seguro le puede asaltar el miedo a la intemperie. Pero resulta que el encuentro de Jesús con los suyos acontece en los caminos, fuera de toda endogamia refractaria. La condición, que a veces se interpreta como desgracia, es abrirse, acoger al otro, tener el coraje incluso de abandonar la manera de pensar defensiva. Entonces puede acontecer el encuentro con el Señor, que tantas veces se presenta en figura de otro.
Ángel Moreno