La Teoría de la Evolución por Selección Natural de Charles Darwin afirma que la lucha por la supervivencia entre los seres vivos elimina las variaciones desfavorables sobreviviendo sólo los más aptos. Las variaciones favorables, surgidas por azar, se transmiten por herencia a las generaciones siguientes.
La Teoría de la Evolución de Darwin, expuesta en su libro “El origen de las especies”, del que se cumple este año el 150 aniversario de su publicación, es, hoy día, la mayoritariamente aceptada por la Ciencia Oficial para explicar la evolución de la vida en nuestro planeta.
Pues bien, en las últimas décadas, ha ido surgiendo una nueva teoría que cuestiona, al menos en parte, la Teoría de la Evolución de Darwin. Esta es la Teoría del Diseño Inteligente.
¿teoría legítima científicamente?
Los promotores de esta Teoría del Diseño Inteligente (del inglés “Intelligent Design”) argumentan que el modelo científico de la Teoría darwiniana de la Evolución por Selección Natural es insuficiente para explicar el origen, la extraordinaria complejidad y la diversidad de la vida como para pensar que todo esto ha sido así por puro azar y el paso del tiempo. Por tanto concluyen que hay indicios claros de diseño en la evolución de la vida en la Tierra. Y el diseño requiere de algún agente inteligente que lo realice.
Sus partidarios proclaman que se trata de una propuesta científica legítima, capaz de sustentar un programa de investigación metodológicamente riguroso. Pero, para sus detractores, el Diseño Inteligente es considerado sólo como una justificación de la creencia en un creador determinado (el Dios de las religiones monoteístas), presentada como una versión de creacionismo contemporáneo anti-evolución que trata de buscar la respetabilidad intelectual del mundo científico que el Creacionismo clásico, basado en el Génesis, no ha sido capaz de obtener.
Entender correctamente el movimiento del Diseño Inteligente exige, por tanto, explicar su origen para distinguirlo del creacionismo, con quien frecuentemente lo asimilan sus detractores.
Fue en los años ochenta cuando aparecen publicaciones que tratan de poner de manifiesto, desde la misma ciencia, las lagunas e insuficiencias que esconden con frecuencia los argumentos defendidos por los evolucionistas. Ya en 1981, el doctor Colin Patterson, paleontólogo y director del Museo Británico de Historia Natural, además de agnóstico, en una conferencia que dio en el Museo Americano de Historia Natural hizo a la audiencia la siguiente pregunta: “¿Pueden ustedes decirme alguna cosa acerca de la evolución que sea cierta?”. La respuesta fue un completo silencio.
Un antecedente básico del Diseño Inteligente lo constituye la publicación del libro “Evolución: Una teoría en crisis”, de Michael Denton, especialista en genética molecular. Cuando se publicó este libro, primero en Inglaterra (1985), y a continuación en los Estados Unidos (1986), Denton era un genetista agnóstico, nacido y educado en Inglaterra, pero trabajando entonces en un laboratorio clínico en Australia. Su libro expone suficientes datos, en cada uno de los campos de la biología, como para hacer dudar sobre la credibilidad de una evolución a gran escala sólo basada en el azar.
Pero fue en los años noventa cuando un grupo de investigadores da lugar al Diseño Inteligente. Concretamente en 1996 Michael Behe, profesor de bioquímica y Director del Departamento de Microbiología de la Universidad de Lehigh, Pensilvania (USA), escribe el libro titulado “Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution (La caja negra de Darwin: el reto de la bioquímica a la evolución)”. Este libro se convierte pronto en un auténtico “best seller” obligando a salir al ruedo del debate a los darvinistas. Es cuando comienza realmente la polémica que le enfrenta con el darwinismo.
Complejidad irreducible en los componentes biológicos
La idea principal del libro es la noción de complejidad irreducible: la Bioquímica actual nos permite encontrar, en los seres vivos, componentes biológicos que ostentan un tipo de complejidad que no es explicable simplemente por variaciones aleatorias y selección natural a lo largo del tiempo, como defiende el darwinismo. La conclusión a la que llega Behe es que dichos componentes de los seres vivos sólo pueden haber sido diseñados. La ciencia, según Behe, sólo nos permitiría llegar a esa conclusión, pero no nos facultaría en cambio para poder determinar qué inteligencia ha sido la autora del diseño.
En su libro Behe, expone con suficiente detalle ejemplos de componentes y sistemas bioquímicos para los cuales afirma que, dada su complejidad, es imposible que hayan sido producidos por variaciones al azar a lo largo del tiempo. Entre estos ejemplos que Behe expone están el cilio, el flagelo bacteriano, la coagulación de la sangre, el sistema de transporte de proteínas, el sistema inmunológico o la síntesis en la célula de proteínas y de ácidos nucleicos.
El análisis detallado de estos ejemplos, y el hecho de que se conozca su estructura hasta el nivel molecular, llevan a Behe a afirmar en ellos la evidencia de diseño.
Podría decirse que la siguiente fase en la historia del Diseño Inteligente comienza con el final del siglo XX, y se caracteriza por “la búsqueda de la identidad científica del Diseño Inteligente”. En este intento está desarrollando un papel muy activo el historiador y filósofo de la ciencia Stephen C. Meyer o el norteamericano William Dembski.
avances en el siglo XXI y debate actual
William Dembski, matemático, filósofo y teólogo, que estaba acabando su tesis doctoral cuando se publicó “La caja negra de Darwin”, es ahora el defensor más prolífico del movimiento. Sus libros son ya más de una decena. Entre ellos destacan “The Design Inference” publicado en 1998 y “No Free Lunch” editado en 2002.
Por su formación en diversas áreas científicas y teológicas, Dembski se ha convertido en un líder indiscutible del movimiento. En sus escritos trata de establecer las condiciones que debe reunir un sistema para poder afirmar que en su producción ha intervenido algún tipo de diseño inteligente. Entre sus objetivos está el dotar al Diseño Inteligente de carácter auténticamente científico, cosa que por supuesto le niegan los darwinistas, los cuales insisten en que el Diseño Inteligente tiene una intención puramente creacionista.
El debate científico con los darwinistas ha surgido debido a que los proponentes del Diseño Inteligente son científicos, en bastantes casos, de reconocido prestigio. De hecho, muchos de los líderes del Diseño Inteligente son profesores numerarios, y varios de ellos están considerados como pioneros o como figuras líderes en sus respectivos campos de investigación. Algunos de ellos enseñan ciencia o ingeniería en universidades privadas de elite, como Princeton, Yale, Oxford, Cambridge y Dartmouth, en tanto que otros desarrollan sus actividades en laboratorios de biología o química en grandes universidades estatales, incluyendo la Universidad Estatal de Michigan, la Universidad de Wisconsin y la Universidad de Nuevo México. Además, también hay científicos extranjeros que han añadido su peso al Diseño Inteligente incluyendo Dalibor Krupa, físico y miembro de la Academia Eslovaca de las Ciencias, y Lev Beloussov y Vladimir Voeikov, biólogos rusos de la Universidad Estatal de Moscú, Beloussov, embriólogo, y Voeikov, profesor de química bioorgánica, ambos miembros de la Academia Rusa de Ciencias Naturales.
El movimiento del Diseño Inteligente no es un movimiento únicamente de los Estados Unidos. De hecho, la expansión de esta teoría en Europa quedó simbolizada por «Darwin y Diseño: Un Desafío a la Ciencia del Siglo Veintiuno», un congreso que se celebró en Praga, la capital de la República Checa, en octubre de 2005. Este congreso reunió a setecientos participantes, de todas las ideologías y religiones, provenientes de dieciocho países diferentes de todo el mundo. El congreso de Praga no sólo tuvo un sabor intensamente científico; también tuvo un sabor muy europeo, de modo que lo que tenemos en la actualidad no es un mero debate como el estadounidense que supone que cada uno que plantea dudas acerca de la teoría de la evolución tiene motivos religiosos. Este nuevo debate ha saltado los límites internacionales; se ha vuelto global.
la antinomia darwinismo-diseño inteligente
El darwinismo siempre tuvo opositores y siempre estuvo sometido a cuestionamientos de diversos órdenes. Pero los desafíos actuales son substancialmente diferentes por estar relacionados con los avances del propio conocimiento científico en niveles de la realidad de la vida desconocidos hasta hace relativamente poco tiempo y que presentan fenómenos que desafían la estructura fundamental de la Teoría de la Evolución. A día de hoy, por ejemplo, sigue siendo un completo misterio el origen de la información genética. Y siguen siendo vanos los esfuerzos de investigación para encontrar una manera en que la naturaleza no inteligente pueda construir una célula viva desde cero por medio de una multitud de pasos intermedios.
La Teoría del Diseño Inteligente aboga, como se ha expuesto anteriormente, por la existencia de un diseñador que haya diseñado, al menos, algunos de los complejos componentes de los seres vivos. Al afirmarse la necesidad de un diseñador, naturalmente se abre la posibilidad y surge con ello también la paradoja de poder preguntarse ¿Quién es ese diseñador? La gran mayoría de los proponentes del Diseño Inteligente sólo responden que la pregunta está fuera de la discusión del Diseño Inteligente. Estos científicos se limitan a afirmar que ha habido un diseño, pero no pueden, al menos por hoy, deducir quién fue el diseñador.
Esta respuesta, en cualquier caso, habría que buscarla fuera del campo de la Ciencia. Casi siempre la Ciencia llega a un tope en el que no hay una respuesta clara o la respuesta tiene que basarse en la fe y en la religión. Esto también puede ocurrir con el propio darwinismo dado que la Teoría de la Evolución se apoya en una serie de leyes de la naturaleza cuyo origen es, también, difícil de explicar por puro azar y el paso del tiempo.
De hecho, a día de hoy, la mayoría de las preguntas clave que se hace la Ciencia acerca del Universo y de la Vida, tienen una respuesta bastante extraña, al menos en mi opinión. En definitiva, a mí no me cuadran muy bien afirmaciones, catalogadas de “científicas”, como:
– Que el Universo haya aparecido por azar.
– Que el Universo, también por azar, tenga un ajuste de sus parámetros tan afinado y sorprendente que ha permitido que surja la Vida en él.
– Que la Vida se haya originado por azar.
– Que la evolución de los seres vivos hasta llegar al Ser Humano con su extraordinaria Conciencia, también haya sido por azar.
En resumen, creo que a la Ciencia le falta por conocer algo clave y fundamental que pueda ayudar a desentrañar estos misterios.