“Supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio, supo vivir lo que es la Iglesia en salida”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa de canonización de Fray Junípero Serra, en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, Washington, D.C.
Comentando los textos bíblicos que la liturgia presenta en ésta celebración, el Santo Padre recordó que la Palabra de Dios es “una invitación que golpea fuerte nuestra vida”. Una invitación, dijo el Papa que hace eco del deseo que todos experimentamos a llevar una vida plena, una vida con sentido, una vida con alegría. Hay algo dentro de nosotros, agregó, que nos invita a la alegría y a no conformarnos, a no resignarnos, a no caer en una resignación triste que poco a poco se va transformando en acostumbramiento, con una consecuencia letal: anestesiarnos el corazón.
Por ello, afirmó el Pontífice, es importante “preguntarnos, ¿cómo hacer para que no se nos anestesie el corazón? ¿Cómo profundizar la alegría del Evangelio en las diferentes situaciones de nuestra vida? La respuesta dijo el Papa, lo encontramos en las palabras de Jesús: ¡vayan!, ¡anuncien! La alegría del evangelio se experimenta, se conoce y se vive tan solo dándola, dándose.
“Porque la fuente de nuestra alegría, señaló el Obispo de Roma, nace de ese deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva”. La alegría el cristiano la experimenta en la misión: «Vayan a las gentes de todas las naciones» (Mt 28,19). La alegría el cristiano la encuentra en una invitación: Vayan y anuncien. La alegría el cristiano la renueva, la actualiza con una llamada: Vayan y unjan.
Hoy estamos aquí, afirmó el Sucesor de Pedro, “porque hubo muchos que se animaron a responder a esta llamada”. Somos hijos de la audacia misionera de tantos que prefirieron no encerrarse «en las estructuras que nos dan una falsa contención. Somos deudores de una tradición, de una cadena de testigos que han hecho posible que la Buena Nueva del Evangelio siga siendo generación tras generación Nueva y Buena.
“Y hoy recordamos a uno de esos testigos, subrayó el Pontífice, que supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio, Fray Junípero Serra. Supo vivir lo que es «la Iglesia en salida», esta Iglesia que sabe salir e ir por los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios”. “Aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando haciéndolos sus hermanos. Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado”. «Siempre adelante». Esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no se le anestesiara el corazón.