Reconstrucción de los «οθονια κειμενα», los «lienzos distendidos (affaissés)” (Exposicion de Lourdes) (1).
Como ilustración de la resurrección de Cristo, se divulgan imágenes que ponen delante de nuestros ojos los lienzos, sin el sudario que cubrió su cabeza. Aquellos, en estas representaciones modernas, están mitad sobre la piedra donde fue depuesto el cuerpo de Jesús, y la otra mitad por tierra, cuando en realidad el sudario estaba en lugar aparte, y sobre la piedra donde fue depuesto el cuerpo de Jesús, los lienzos en una posición muy original, como veremos en este trabajo…
Los lienzos están vacíos del Cuerpo del Crucificado, porque Cristo ha resucitado. El sudario, que había cubierto su cabeza, san Juan lo distingue claramente de los lienzos. (2)
Se ha levantado Cristo de la muerte (ek-nekron), dejando ahí los lienzos como prueba de su victoria. El sudario, ¿la Santa Cofia de Cahors y/o el pañuelón de Oviedo?, estaba alzado, erguido y enrollado, mientras que los lienzos estaban affaissés, distendidos, no desligados, íntegros pero vacíos del cuerpo. Todos estos significados encierra la expresión joánica: kai to sudarion o en epi tes kefalos autou ou meta ton otonia kemenon alla choris εντετυλιγµενον (entetuligménon) eis ena topon. (Jn 20, 7).
“El verbo “Keimala”… se utiliza en Griego cuando alguien ha sufrido la picadura de un mosquito y produce una hinchazón; cuando esa hinchazón se va deshinchando se utiliza ese mismo verbo “keimala”, como diciendo “se ha deshinchado”. Es el verbo que utiliza San Juan para decirnos cómo vio las vendas: “deshinchadas”. Este signo que a Juan le conmovió es el de ver que las vendas no habían sido quitadas, sino que las encontró aplanadas, alisadas; como si el cuerpo ha salido de ahí sin haber quitado las vendas.” (3)
Exaltado por el Padre, glorioso como Kyrios y Cristo, Jesús resucitado nos ha dejado estos preciosos trofeos, bañados en la sangre de su Pasión, testigos de su Resurrección. San Juan (20, 5.6b.7.8.9), recoge este signo para que, viéndolo, nos ayude a creer que según la Escritura, Él tenía que resucitar. ¡Que misericordiosa y justa réplica a las espinas que le hemos puesto los hombres!
El sudario está en una posición única. No en posición horizontal y extendido, sino vertical, es decir alzado y enrollado. (4)
¿Cómo fue amortajado Jesús de Nazaret, el Crucificado, antes de ser sepultado? Hagamos un recorrido con Sor Blandina Paschalis, por los lugares donde se encuentran las reliquias de los lienzos y el sudario que cita san Juan (20, 7).
Lo primero que lo cubrió fue el Sudario (de Oviedo) para comprimir la hemorragia: a continuación, todo el cuerpo se envolvió en la Sábana Santa (de Turín)
“…la figura humana plasmada en la Sábana Santa está dotada de una notable rigidez cadavérica, tiene una postura consistente con la de un hombre crucificado cuyos brazos fueron acomodados para la sepultura… En la Sábana Santa se han contado 370 heridas de flagelo, sin tomar en cuenta las laterales, ya que el lienzo solo muestra la parte anterior y posterior del cuerpo, por lo tanto, podemos hipotetizar que hubo un total de al menos 600 golpes… La reconstrucción Tridimensional nos ha permitido reconstruir que en el momento de la muerte, el hombre de la Sábana Santa se ha desplomado hacia la derecha porque el hombro derecho estaba dislocado de una manera tan grave que se lesionaron los nervios.” (5)
luego, el Sudario (de Manoppello); al igual que sucedía entre los egipcios, el rostro del fallecido se cubrió con un velo transparente de biso, de modo que quedaba visible antes de ser enterrado. Debido a las fuertes hemorragias, en el caso de Jesucristo el velo de biso no pudo colocarse en primer lugar, siguiendo esa tradición, por no absorber líquido.
En el momento de la Resurrección el Domingo de Pascua, Jesús deja su impronta viva sobre esta tela de biso casi transparente, que nos ayuda a contemplar el rostro del Resucitado.
Más tarde se colocó sobre la cabeza la Santa Cofia, que consta de ocho capas de gasa y se conserva en Cahors (Francia), y que servía para fijar la mandíbula inferior. (6)
“Isabelle Rooryck, conservadora de patrimonio en Francia, explica que los rastros de sangre encontrados en el tejido deben compararse con los encontrados en el sudario de Turín. Se observan coincidencias sorprendentes que llevan a pensar que la misma persona pudo haber usado ambas telas:
Una gran mancha de sangre es visible en el interior de la Cofia y atraviesa el exterior en la parte inferior de la mejilla derecha, lo cual se corresponde con el desgarro de la barba visible en la Sábana Santa de Turín. Hay visible también una herida a nivel del arco superciliar izquierdo, una posible correspondencia con la lesión en la Sábana Santa. Otras múltiples huellas de sangre, más pequeñas, señalan heridas infligidas por una corona de espinas.
(1)Traducción propuesta por Mgr. Jean-Charles Thomas, obispo de Ajaccio y de Versailles. 19 mars 2009. En Linea:
https://nanopdf.com/download/les-linges-de-lensevelissement_pdf; http://www.30giorni.it/articoli_id_21099_l6.htm. Consultado 27/4/2019.