Recientemente, en un programa de radio, la ministra Bibiana Aído fue preguntada sobre el feto de 13 semanas. Respondía que es un ser vivo pero no un ser humano porque «eso no tiene ninguna base científica». Los datos científicos son los siguientes:
El espermatozoide es una célula «moribunda», sobrevive hasta 5 días en la mujer si las condiciones son favorables. El óvulo también es una célula moribunda; sobrevive unas 24 horas una vez expulsado del ovario. Pero si tiene lugar una fecundación, el ser vivo resultante de la unión de esas dos células, «moribundas», puede vivir aproximadamente hasta los 80 años según la esperanza de vida de nuestro país. Esto quiere decir que en la fecundación ha ocurrido algo extraordinario, irrepetible, espectacular, algo clave. En ese proceso se constituye un ser vivo que se desarrolla siguiendo un plan interno y con la ayuda de diferentes modos de nutrición: al principio se nutre de las reservas que había en el óvulo, también de los nutrientes existentes en la trompa; luego se implanta y se nutre de la sangre de la placenta; después, sale al exterior (parto) y se nutre directamente de su madre con la lactancia materna, continúa con biberones, los primeros purés, las primeras comidas sólidas; se puede hacer vegetariano o vegetariana y, si enferma, puede nutrirse desde una sonda naso gástrica o por alimentación parenteral, hasta su muerte natural. El cambio de modo de nutrición no indica ni el comienzo de vida ni si somos o no humanos. ¿Qué es este ser que tiene los genes de un humano, el sexo femenino o masculino de un humano y el desarrollo propio de un ser humano? Lo que no tiene ninguna base científica es la manipulación de las definiciones, diciendo que hay un ser vivo solamente a partir de la implantación cuando interesa facilitar el consumo de la píldora del día después o permitir la producción y uso de embriones. Tampoco tiene nada de científico afirmar que ese ser está vivo pero que no es humano, para favorecer la ley del aborto.