Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: “Levántate y ponte en medio”. Él, levantándose, se quedó en pie. Jesús les dijo: “Os voy a hacer una pregunta: “¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o destruirla?”. Y echando en torno una mirada a todos, le dijo: “Extiende tu mano”. Él lo hizo, y su mano quedó restablecida. Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús (San Lucas 6, 6-11).
COMENTARIO
Viene Jesús, entra en nuestra vida y no seamos como los escribas y fariseos que estaban al acecho, como jueces, como el Acusador, para ver en qué acusarlo. Viene el Esposo y están acechando como acusarle. Viene el Amor, y le odian. La esposa enamorada aguarda la venida del Esposo, no para acusarle, sino para escucharle y seguirle. No así los escribas y fariseos. Pidamos al Señor que nos libre de ese mal.
También había allí un hombre enfermo, y se encontró al Señor no por casualidad, como quizás nosotros lo hayamos encontrado en nuestra vida. Y el Señor le dijo: “Levántate y ponte en medio”. Y él escuchó y obedeció, y levantándose se puso en pie. Como quizás nosotros hemos sido curados de nuestra enfermedad para levantarnos y ponernos en pie en medio de los hombres y ser testigos de la venida del Señor.
Porque el Señor no ha venido para salvar nuestra vida de la muerte, no para destruirla con el cumplimiento y las obligaciones. Ha venido para nuestra salvación y nuestra libertad. Para librar nuestros ojos de la ceguera de la cólera que padecían los escribas y fariseos. Para curar nuestra mano derecha para que podamos servir a los hermanos y hacer las obras que de antemano tiene preparadas para nosotros. Para hacer su voluntad, libres, sanados, por amor a Él. Porque el verdadero descanso del sábado está en estar abiertos a hacer su voluntad y bendecir nuestra historia de cada día.