Abrazar a Jesús de manera incondicional y definitiva es la respuesta a todas las preguntas. La equivocación tiene muchos caminos, el acierto y el bien sólo uno: vivir en una relación personal permanente con Cristo.
El mensaje auténtico y profundo de la Navidad (Natividad del Señor), era la venida de Jesús a tu corazón, renovada cada año; y no una cadena de fiestas, comilonas, alcohol, compras y ruido vacíos que a nada conducen.
Igual ocurre en la vida general, a diario. Nos dejamos llevar por el fragor, el estrés, las cotidianas tentaciones que nos rodean. Pues el Mal acecha, en lo pequeño y en lo grande, disfrazado con mil trajes, a veces justicieros o luminosos.
Y sólo hay una respuesta adecuada, clara, un esfuerzo compensado luego con creces, al contrario de lo que ocurre con los errores: elegir el bien, perseverar en la ley de Dios y acatar su voluntad, vivir cada instante muy cerca de Jesús.
Manuel del Pino