La síntesis del Sinodo sobre la Familia, hecha por el Cardenal Odilo Shoerer, Arzobispo de Sao Paolo (Brasil) en el año 2014, me parece apropiada para refrescarnos la memoria.
Síntesis Final del Sínodo sobre la Familia(1).
“La Iglesia, a ejemplo de Jesús, no puede decir, simplemente, que todo está bien, que casarse o no, es lo mismo; ser fiel o no ser fiel al cónyuge, es lo mismo; perseverar o no en el matrimonio, es lo mismo (…) El problema no puede ser negado, ni barrido bajo el tapete. Hay irregularidades en lo que se refiere al matrimonio cristiano.
La Iglesia Católica no acepta ni practica el divorcio, estaría en contra de las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, a las cuales la Iglesia debe obediencia. Tampoco reconocerá, como ‘matrimonio’, la unión civil de personas del mismo sexo. Sobre eso, no caben dudas ni confusiones. Por otro lado, esos temas no pueden ser tratados con un seco ‘se puede – no se puede’, o con la base de un ‘todo o nada’.
El Sínodo reflexionó sobre el acompañamiento pastoral de las situaciones matrimoniales y familiares que no realizan plenamente la propuesta cristiana. Siempre y en todos los casos, el Evangelio de la conversión, de la misericordia y de la salvación precisa ser anunciado. Lo que significa mucho.
Las personas que viven esas situaciones necesitan saber que no están excluidas de la Iglesia, ni de la Misericordia de Dios. Incluso si la Iglesia no puede atender su deseo de hacer un nuevo matrimonio cristiano y de participar de los sacramentos (…) esas personas precisan de atención pastoral, de acogida y orientación para vivir aquellos elementos del matrimonio y de la familia que si son posibles en su condición; precisan de ayuda para abrirse más a Cristo, que acoge y orienta a vivir una nueva vida, precisan ser estimuladas para participar de la vida y de la misión de la Iglesia en su condición propia. ¡Hay muchas posibilidades!
El texto de la síntesis final del Sínodo trae el resultado de las reflexiones sobre el trato pastoral en relación a las personas con tendencias homosexuales, sin ignorar, ni ocultar, los graves desafíos de esas situaciones, la Iglesia pide que esas personas no sean despreciadas ni discriminadas, sino orientadas y estimuladas a vivir su fe y a volverse hacia los caminos de Cristo, como todos los bautizados.”
(1)www.arquidiocesedesaopaulo.
Juan Ignacio Echegaray