Comenzamos el mes de septiembre y la gran mayoría de la población se incorpora a sus quehaceres. La finalización de las vacaciones, la vuelta a la rutina y la entrada en la nueva estación de otoño pueden conllevar una inadaptación al trabajo llamada “síndrome postvacacional” que, según la personalidad de cada uno —su mayor o menor sensibilidad e inseguridad— produce diferentes síntomas. Aunque no está reconocido como enfermedad en sí mismo y suele remitir a los pocos días o semanas, un 8 % de las personas que lo experimentan terminan con un trastorno más serio.
El “síndrome postvacacional” suele ser más frecuente en menores de 50 años, que sufren un cambio muy brusco del ritmo vacacional al ritmo de trabajo. También es más intenso en aquellas personas que han idealizado en exceso el período de vacaciones y también en los que experimentan malestar en su trabajo.
En mi opinión, este síndrome ha existido siempre, pero ahora se habla más de él porque vivimos en una sociedad con mayor estrés, por eso sus síntomas son más evidentes. Tras las vacaciones nos sentimos más cansados y deprimidos. Es importante tener en cuenta que si una persona ya tenía una patología previa es más propensa a que el síndrome postvacacional le pueda agravar su enfermedad o manifestar nuevos síntomas.
El estrés es un gran enemigo de la salud y un factor desencadenante importante., No hay que olvidar que aumenta el riesgo de accidentes cardiovasculares, por lo que tanto en personas sanas como en personas con alguna enfermedad hay que intentar evitarlo.
La verdadera causa de este síndrome es vivir el trabajo como algo que produce aversión. Si dura más de dos semanas, el síndrome puede ser el comienzo de una patología depresiva, de ansiedad, etc., y entonces hay que recurrir al especialista ya que podría estar ocultando otro trastorno más serio.
Si transcurridos los días de vuelta a la rutina los síntomas van en aumento: mayor malestar, irritabilidad, cansancio, insomnio… podría deberse a dos causas:
- Porque antes de vacaciones ya se estaba gestando un trastorno de ansiedad, depresión, etc., y el síndrome postvacacional ha sido el factor desencadenante.
- Que el paciente sufra un “burnout” o estrés laboral: está quemado en su trabajo, no le gusta. En este caso es bueno que se plantee su trabajo, mejorar sus condiciones laborales u horario, si está realmente preparado o es un buen profesional. Si los síntomas no desaparecen se debe pedir ayuda a un profesional antes de que se agraven.[space height=»HEIGHT»]
síntomas más frecuentes
El síndrome postvacacional es un conjunto de síntomas psicológicos y alteraciones emocionales y psicosomáticas, que aparece por la adaptación al trabajo después de las vacaciones, debido al cambio brusco de hábitos y horarios.
Los síntomas más frecuentes son malestar general, depresión, astenia, náuseas, fatiga, apatía, cansancio, agotamiento, falta de atención, concentración o memorización, somnolencia o insomnio, pesadillas, dolores musculares, cefaleas, falta de apetito, desgana, desorientación, taquicardias o palpitaciones, nerviosismo, molestias de estómago, deseos de cambiar de trabajo, sensación de falta de aire, hipersudoración, tristeza, irritabilidad, indiferencia o falta de interés, alteraciones emocionales, melancolía, desmotivación, sensación de desidia y hastío, sensación de angustia, dificultad para tomar decisiones, agresividad, tensión en la relación laboral y familiar, inquietud e inseguridad, baja tolerancia a la frustración, disminución de la habilidad social, dificultad de comunicación.
En las amas de casa puede ser intenso, puesto que se tienen que acostumbrar otra vez a la “soledad del hogar”. Si durante el verano han recibido visitas de familiares a quienes no suelen ver, o han estado todos juntos, con su marido e hijos, la vuelta a la rutina puede presentar irritabilidad, pérdida de ilusión o tristeza.[space height=»HEIGHT»]
consejos para superarlo
- Analizar cada problema por separado, no potenciar uno con otro.
- Pensar siempre que somos nosotros quienes hacemos la vuelta al trabajo positiva o negativa. Cada momento tenemos que vivirlo como gratificante; el pasado y el futuro no existen.
- Evitar una excesiva motivación hacia las vacaciones. No podemos estar meses deseando que lleguen las vacaciones y meses lamentando que se hayan terminado.
- Afrontar la vuelta con ilusión y optimismo. Proponerse objetivos positivos para mejorar en el trabajo a largo plazo.
- Procurar trabajar con tranquilidad y sin tensión. Es aconsejable comenzar a trabajar con calma e ir aumentando el rendimiento progresivamente.
- Practicar una técnica de relajación, pensamientos y frases positivas de afrontamiento de trabajo durante las dos primeras semanas
- Adoptar una actitud positiva en el horario de trabajo. No estar pendiente del reloj.
- Si es posible, dormir más horas en los primeros días de vuelta al trabajo.
- Mejorar la relación con los compañeros.
- Evitar pensamientos negativos como “vacaciones maravillosas” o “trabajo horrible”.
- Volver de vacaciones dos o tres días antes para adaptarse mejor, y si es posible, procurar no comenzar a trabajar un lunes.
- No dramatizar. Darle la menor importancia posible en los pensamientos. Pensar que sería mucho peor no tener trabajo.
- Realizar actividades de ocio las dos primeras semanas. Hacer planes gratificantes para los fines de semana de septiembre, para los puentes y en general para todo el año.
- Intentar desconectar al salir del trabajo.
- Practicar deporte ayuda a mitigar el estrés y la depresión postvacacional.
- Intentar marcar nuevos proyectos u objetivos en el trabajo para recobrar la ilusión los primeros días.
- Aumentar la comunicación con los compañeros y tomar parte activa en generar un buen clima de trabajo.[space height=»HEIGHT»]
síndrome postvacacional en niños
Los padres transmiten a sus hijos sin querer el estrés después de las vacaciones, por eso en los estudios realizados se ha visto que es más frecuente el síndrome postvacacional en niños cuyos padres también lo sufren. Aquellos escolares en los que el curso anterior fue positivo y están bien relacionados en el colegio presentan una mejor adaptación tras las vacaciones. Los síntomas más frecuentes en niños son la disminución del apetito, alteraciones del sueño, aumento de la ansiedad y fatiga.
Después del ocio y los juegos de las vacaciones cuesta mucho adaptarse al horario y actividades escolares. En los más pequeños, los llantos son típicos del mes de septiembre y las madres sufren por ello. Para evitar en la medida de lo posible tales disgustos conviene seguir alunas pautas:
- Es conveniente adaptarse al horario escolar 3-4 días antes, acostándose y levantándose a la misma hora.
- Transmitir ilusión por el colegio al niño. Hablarle de los aspectos positivos del colegio, como algo bueno y necesario para él.
- Incentivarle con el reencuentro con sus amigos y el deporte o tareas que le gustan que hace en el colegio.
- Mostrar una actitud sensible, comprensiva, dialogante, positiva hacia el colegio.
- Explicarles que el colegio es muy importante para su crecimiento y maduración.
- Transmitirles confianza, seguridad y entusiasmo ante el nuevo curso.
- Evitar las conductas de sobreprotección y el contagio de la ansiedad de los padres a los hijos.
- Dedicar una hora diaria durante las vacaciones a recordar lo aprendido. Así la vuelta al cole será menos traumática.
[space height=»HEIGHT»]
Los cristianos tenemos que tener una visión distinta de las vacaciones y de la vuelta al trabajo. Dios no se va de vacaciones, y nuestro verdadero descanso es hacer la voluntad de Dios. El trabajo es una parte de nuestra misión evangelizadora, por tanto, después de dar gracias a Dios por las vacaciones que nos ha regalado, tenemos que volver al trabajo con una energía y fuerza renovada que solo Dios nos puede conceder. En todo trabajo o vuelta al colegio se nos brinda la oportunidad de amar y hacer el bien a los demás.