El término “shibbolet”, que su acepción original puede significar “espiga” o “torrente”, se aplica en la actualidad al procedimiento para identificar el origen social o regional de una persona, por su habla o modo de expresarse, y de forma más amplia, se refiere a la seña de identidad que distingue a un grupo o colectivo, a modo de contraseña, para evitar la intrusión de terceros extraños.
El término y su utilización se ha tomado de la Biblia, Jueces 12,6, referido al periodo de Jefté.
Jefté era hijo de Galaad, un valiente guerrero de la región, y de su segunda esposa, que era prostituta, y por este motivo, sus hermanos lo expulsaron de la casa para que no tuviera parte en la herencia de su padre. Cuando lo amonitas, descendientes de Lot, declararon la guerra a Israel con el pretexto de que había ocupado su territorio al sur del río Arnón, afluente del Jordán, los ancianos de Galaad buscaron a Jefté para que fuera el caudillo del ejército contra los invasores, a lo que este accedió si se le nombraba jefe de Israel después de la victoria.
Jefté hizo voto al Señor de entregarle en holocausto al primero de su casa que saliera a su encuentro al regreso de la expedición si volvía victorioso. El espíritu de Yahvé vino sobre Jefté y puso a los amonitas en sus manos, que entregaron veinte de sus ciudades y quedaron sometidos al pueblo de Israel. Cuando Jefté volvió a casa, su única hija le salió al encuentro con alegría y danzas, y el caudillo, al verla, quedó desolado por la promesa que había hecho al Señor. Ella, le pidió a su padre que cumpliera el voto hecho al Señor, como así lo hizo, no sin que antes la permitiera llorar durante dos meses, por los montes de los contornos y acompañada de sus amigas, por su virginidad perdida en plena juventud.
Derrotados los amonitas, los israelitas de Efraín le reprocharon a Jefté que no los hubiera convocado para esa batalla, y amenazándole de muerte, le pusieron guerra. Los de Galaad derrotaron a los de Efraín y les tomaron los vados del Jordán, y cuando alguno de los escapados de Efraín pedía pasar al otro lado para volver a su patria, los galaaditas de Jefté le preguntaban: “¿Eres efraimita?” y si él respondía: “No”, le volvían a decir: “Pronuncia, por favor, shibbolet”; pero el pronunciaba “sibbolet”, pues no podía pronunciar correctamente esa palabra. Entonces, lo agarraban y lo degollaban en los vados del Jordán, donde cayeron aquel día hasta cuarenta y dos mil efraimitas.
No dice la Biblia si fue Jefté el artífice del ardid para descubrir a los invasores que huían, pero es lo cierto, que durante la segunda guerra mundial, los servicios secretos aliados utilizaron un sistema similar para descubrir a los espías que hablaban un inglés o un francés perfectos, pero que eran incapaces de asimilar determinados giros lingüísticos propios del país del que decían ser.