Seréis como dioses
por M.ª Pilar Moíño Carrillo
NOS REMONTAMOS AL SIGLO VI aC
CUANDO EN GRECIA
ENSEÑABAN LOS SOFISTAS,
CUYO PRIMER OBJETIVO NO ERA
BUSCAR Y DAR A CONOCER LA VERDAD,
SINO TRATAR DE “PERSUADIR” ACERCA DE
LO QUE HOY LLAMARÍAMOS
“POLÍTICAMENTE CORRECTO”,
DENTRO DEL MÁS PURO UTILITARISMO
Y RELATIVISMO, TAN EN BOGA
EN NUESTRO TIEMPO.
UNO DE LOS MÁS INFLUYENTES,
PROTÁGORAS, ACUÑÓ LA FRASE
“HOMBRE, MEDIDA DE TODAS LAS COSAS”,
QUE MUCHOS SUSCRIBIRÍAN HOY, Y QUE
TANTO NOS RECUERDA A LA TENTACIÓN
DE LA SERPIENTE, “SERÉIS COMO DIOSES,
CONOCEDORES DEL BIEN Y DEL MAL”
Por suerte, hubo una brillante reacción de un grupo de filósofos, encabezados
por Sócrates, Platón y Aristóteles cuya tarea consistió en “dar a luz la
verdad”. Junto con el cristianismo, son los pilares del pensamiento de occidente,
aunque hoy parecen relegados al olvido.
Dando un gran salto, hasta el siglo XVII, el “pienso, luego existo” cartesiano,
dio lugar, un siglo más tarde, a la entronización, en Francia, de la diosa
razón, en abierta hostilidad con la idea de Dios. Es el “siglo de las luces”, la
“Ilustración”, de cuyas rentas seguimos viviendo, y en el que se realiza el llamado
“giro copernicano”, que sustituye la verdad objetiva -lo que las cosas
son-, por la IDEA del hombre sobre ellas. Se inaugura así el IDEALISMO, un
subjetivismo que abrirá el camino al relativismo y por ende al escepticismo
que hoy nos invade.
Es el hombre, quien decide, por “consenso”, lo que es verdad, o por mejor
decir, niega que se pueda llegar al conocimiento de la verdad y, por
supuesto, de la Verdad con mayúscula, es decir de Dios. El hombre, suplanta
a Dios creyendo haber llegado a la mayoría de edad, a su plena autonomía,
desgajado de su Creador, o en abierta rebeldía contra El, decidiendo –
“construyendo”- por si mismo los valores que en cada momento le resulten
más útiles. El filósofo del idealismo alemán, Kant, es el primer agnóstico
“con fundamento”, al concluir, que la razón es incapaz de afirmar la existencia
de Dios, aunque tampoco la niega; es más, considera necesaria la
IDEA –no habla de realidad- de Dios, así como de la inmortalidad del alma,
para que el hombre actúe rectamente.
De aquí a la formulación del padre del humanismo ateo, Feüerbach, no hay
más que un paso.“No es Dios quien crea al hombre, sino el hombre quien
crea a Dios”. “La misión de los tiempos modernos –afirma- es que el hombre
sea para el hombre el ser supremo”.
También aquí, como en el paraíso terrenal, se introduce la sospecha. ¿No
será Dios simplemente una idea del hombre que ha servido para sojuzgarlo
e impedir su realización plena? Y los valores, ¿no atan al individuo sin
permitirle ser completamente libre? Estas son afirmaciones que se oyen a
menudo, o al menos se vive de ellas. Como se advertía en el artículo anterior,
hay en el fondo de estas ideas una falsa imagen de Dios, al que se le
mira más como un adversario –el ojo que me espía, el juez implacable- que
como el Dios amor que sólo desea la felicidad y plenitud del hombre.
LA TENTACIÓN DEL
GÉNESIS NO ES AJENA
AL HOMBRE DE TODOS
LOS TIEMPOS
el hombre sin Dios se queda vacío
Si Dios es el enemigo a batir, nada mejor que
decretar su muerte. Nietzsche se encarga de ello.
Pero el hombre se queda vacío, sin Dios, sin verdad
y sin valores. Es el puro nihilismo que, aunque el
filósofo alemán lo intuía como una gran tragedia,
al hombre de hoy, mucho más frívolo –es la época
del “pensamiento débil”- le parece una liberación.
Y ya que el hombre no puede aspirar al Paraíso,
los mesianismos secularistas ateos –léase fascismo,
marxismo y derivados – se encargarán de
realizar el paraíso en la tierra. Se podrían incluir
aquí, las teorías del “reinocentrismo” que consideran
como primordial la instauración de la paz y
la justicia, fruto únicamente del actuar humano,
con olvido de Dios. (1)
Con una postura más banal, muy propia de nuestro
tiempo, se resucita el “carpe diem”: “comamos
y bebamos que mañana moriremos”. Se trata de
vivir “como si Dios no existiera”. Droga, consumismo,
sexo, botellón… son una prueba más de la
soledad e insatisfacción del hombre que, rebelado
contra Dios, se encuentra desnudo, a la intemperie,
y como Adán, necesitado de unas nuevas
“pellizas” con que cubrirse y recobrar
su auténtica vocación
de hijo de Dios.
También la “ideología de
género” se inscribe en
esta tentación diabólica de
rebelarse contra la misma naturaleza,
contra el sexo asignado a cada hombre y que es
constitutivo de su mismo ser. El hombre, creyendo
ser así más libre, elige su propio “género”, a
espaldas incluso de los genes con los que ha
venido al mundo.
La idea del
aborto como
derecho de la
mujer – dicena
su propio
cuerpo – aunque es
otro el cuerpo que
resulta maltratado- no es
más que un síntoma de este
deseo del hombre de ser su propio
dios y de decidir sobre la vida
y la muerte. Todo lo relativo a la
manipulación de embriones, al
intento de creación de vida -incluso
de seres híbridos-, a la clonación, así
como la eutanasia y eugenesia, se inscriben
en este nuevo pecado original en el
que el hombre ha caído al querer suplantar
a Dios, al negarle su verdadera realidad
de Dios Creador, Providente, Amoroso, que
tanto se ha acercado al ser humano que se
ha hecho hombre y nos ha manifestado la
auténtica verdad sobre la creatura y sobre
Dios. Sólo viviendo de esta realidad, el hombre
puede alcanzar su plenitud, la felicidad a
que ha sido llamado.
* Cfr. Jesús de Nazaret, pág 80 y ss.
Ratzinger. La esfera de los libros.
* Remito al lector interesado a la encíclica Fides et Ratio
de Juan Pablo II
* Para el proceso de secularización: Historia de las ideas
contemporáneas. Mariano Fazio. Rialp