«En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús dijo: “Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mi y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros” ». Marcos 10, 28-31
Ni siquiera Dios puede poner algo en un corazón que ya está lleno de “cosas” superfluas, de las cuales tendemos a hacer ídolos. Un día surge, por ejemplo, el deseo de tener dinero y, consecuentemente, todas las cosas que este proporciona: prestigio, cargos, mujeres, hombres, niños , casas, coches, barcos, joyas… Ponedle cada uno el nombre a aquello que os haría felices tener si tuvieseis dinero para comprarlo, lícito o no, que más da.. Todo será “vacío y caza de viento”. Tal es nuestra naturaleza que, a pesar de saberlo, seguiríamos adelante y así las necesidades aumentarían, porque una cosa lleva a la otra y la consecuencia ineludible es una insatisfacción incontrolable.
No sé si conocéis un poco la biografía de Santa Teresa de Calcuta. Un día , cuando llegó a Roma por primera vez, al observar a la gente, aseveró : ¡Estos son los verdaderos pobres! Siempre insatisfechos, infelices que teniendo de todo no tienen nada, pues nada les basta. Esto también nos pasa a aquellos que decimos ser cristianos. ¡Que te toquen el sueldo, que te roben el monedero! Sinceramente, ¿cuál sería tu reacción?
Cristiano es imagen de Cristo, otro Cristo. Y este desde su nacimiento vivió la pobreza material; siendo rico se vació de sí mismo. Se nos presenta entonces un conflicto que nos puede llevar a la contradicción, pues si deseo ser como Cristo debo de hacer lo mismo que Él. Sería vergonzoso ser más ricos que Jesús, dice la beata de Calcuta. Entonces, ¿qué estamos haciendo con nuestra vida?
Dice el Papa Francisco: “un cristiano incoherente escandaliza y el escándalo mata la fe de los pequeños y aleja a los que se han acercado a conocer a Cristo y a su Iglesia”. Cristo vino sin nada y se fue sin nada , pues murió desnudo y hasta fue enterrado en un sepulcro que no era suyo. Pudo haber evitado la muerte o morir como un rey, pero eligió la pobreza. ¿Por qué? Porque sabía que ese era y es el único camino para llegar a Dios y hacer presente su Amor en la tierra.
Juan Manuel Balmes Ruíz