«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara”». (Mt 6, 1-6.16-18)
Miércoles de ceniza. La Iglesia nos invita a adentrarnos en el desierto de la Cuaresma equipados con las tres armas que nos permitirán culminar favorablemente nuestra travesía: oración, ayuno y limosna. Hasta aquí, pocas novedades ya que estas armas son patrimonio no solo de Israel, sino de las religiones en general.
Hay, sin embargo, una particularidad en las palabras de Jesús que nos llaman poderosamente la atención. Nos invita a huir de la ostentación en lo que respecta al ayuno, así como en la oración y limosna. Es diáfana su insistencia en mantener en secreto nuestros actos penitenciales…, que la mano derecha no se entere de lo que hace la izquierda.
Alguien podría objetar que estas actitudes de discreción ya han sido recomendadas, de una forma o de otra, por otros maestros espirituales en la antigüedad. Sin embargo, el Hijo de Dios nos ofrece una novedad que supone un salto cualitativo que hace que su novedad sea adimensional. Jesús no se queda en la línea simplemente ascética de los actos en sí, como si todo esto fuese una cuestión de generosidad. El señor Jesús proclama que sus discípulos han de hacer la oración, ayuno y limosna en secreto… para que haya una historia de mutuo conocimiento entre el Padre y ellos, ya que Él, el Padre, “está y ve” en lo secreto de sus actos. Esta es la razón. No se trata de ser “más generosos que nadie, sino más sabios…., pues en lo secreto sabrán, conocerán el amor de Dios como Padre… como su Padre.
Claro que para actuar con esta sabiduría es necesario creer en estas Palabras de Jesús… Cuando un hombre hace ostentación de “sus obras”, a lo mejor es que busca ya su recompensa… Como dice el refrán, “más vale pájaro en mano que ciento volando”.
Antonio Pavía