En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma (San Marcos 6, 30-34).
COMENTARIO
El motivo teológico y mesiánico del Pastor es frecuente en la Escritura. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo presentan la acción salvadora de Dios y de su Mesías como un pastoreo de los creyentes hebreos y de los seguidores de Jesús.
En el Evangelio de hoy dos imágenes resaltan y suscitan tanto la reflexión como la oración (Lectio divina de la Palabra); El “desierto”, como lugar al que retirarse a descansar, y la “enseñanza” del Señor a los cansados y abatidos, como “ovejas sin pastor”.
La conjunción de desierto y enseñanza nos da la clave para que la escucha de este Evangelio de Marcos nos proporcione la paz interior y la capacidad espiritual para la evangelización de un mundo que vive en un erial espiritual y moral. En este Evangelio tenemos esa enseñanza que apacienta y luego se transforma en oración en nosotros; más tarde revertirá en bien de los hombres que Dios ponga en nuestro quehacer diario.