Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado» (San Juan 6, 22-29).
COMENTARIO
La buena nueva de este día 6 de mayo, está en creer en el hombre que pasó haciendo el bien, Jesús de Nazaret. Normalmente, las mujeres y hombres de hoy creemos en muchas cosas, todas ellas tangibles: dinero, afectos, prestigio, autoridad, influencia, fama, ciencia, técnica, sabiduría. Vamos detrás de todo tipo de líderes, sean deportivos, artísticos o políticos. Todas estas cosas y las que se nos puedan ocurrir, son realidades pasajeras y solo nos dan algunas satisfacciones temporales.
Si preguntamos a las personas que nos rodean si creemos en Dios sean estas familia, amigos, vecinos, paisanos y/o ciudadanos tengo la impresión de que la falta de creyentes sería grande. Ahora bien si preguntamos a las mismas personas si creemos en el amor, me parece que rozaríamos el pleno a favor del amor.
Hoy, aprovechando este pasaje del Evangelio de San Juan, podríamos hacer una revisión sobre nuestras creencias ya que creer en Jesús supone creer en Dios y no solo creer, sino practicar lo que Jesús nos dice: “amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 13, 34).
Esto significa muchas cosas de nuestro vivir diario ya que somos seres en continuo aprendizaje y damos de lo que recibimos, tenemos afectos con los demás porque hemos recibido afecto y así nos pasa con la estima, el cariño, la pasión, el aprecio, la atracción, la predilección, la simpatía, etc…
Pues bien, todo esto es lo que día a día nos regala el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por eso hoy os invito a mirar y a pensar quién es en verdad quien nos ama gratuitamente y sin pedirnos nada a cambio, y por otra parte a reflexionar y darnos cuenta de a quién o a qué le pedimos la vida.