Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» (Juan 1:47-51)
COMENTARIO
El Evangelio de hoy parece que poco tiene que ver con los Arcángeles. Apenas dibuja a los ángeles subiendo al cielo abierto, y volviendo a bajar sobre el Hijo del Hombre, la gran Noticia.
Un vistazo bastó hoy a Jesús para conocer al acompañante de Felipe y decir quién y cómo era el que se acercaba a Él, Natanael. Venía probablemente de orar con los ángeles debajo de la higuera. Lo suponemos por el contexto. Por muy tupido que sea el ficus de nuestro escondite, Él nos ve siempre cuando estamos en oración auténtica y los ángeles la llevan a Dios. Por eso nuestro ángel de oración está cuidando a la Iglesia, “subiendo y bajando sobre el hijo del hombre”.
Los ángeles primero suben y después bajan Quizás porque su faena es estar en medio de los hombres y comunicar clara y directamente con el cielo nuestras cosas, nuestro desarrollo, nuestras necesidades. Natanael fue un ejemplo de cómo los Arcángeles cuidan de nosotros. Por eso el Evangelio de su llamada y encuentro con Jesús lo leemos hoy, al celebrar a Miguel, Gabriel y Rafael. En toda la Escritura se les asignan tareas muy, muy, importantes para la economía de la salvación. Sería buen ejercicio releer su intervención en esa Historia. Sus nombres son sus propias misiones: Miguel pone a todas la creaturas en su sitio, como dice su nombre “¿Quién como Dios? Gabriel,“Fuerza de Dios”, anuncia el nacimiento de Jesús y Juan Bautista, con técnica desconocida en la naturaleza. Rafael es: “Medicina de Dios”. Curó a Tobít en aquel tierno relato en que además buscó esposa a su hijo Tobías, haciéndose compañero inseparable de su camino.
Si los ”ángeles” son noticia, los ark-ángeles son super Noticia, Eu-Angelio. Otra especie serán los ángeles de la guarda, que celebraremos pronto.
Todas las grandes religiones tienen sus ángeles, seres espirituales con funciones concretas en la historia de su fe. ¿No existen ángeles hoy? ¿No están cerca del hombre en su camino hacia Dios? Quizás lo que tenemos dañado es el ‘ojo de ver’ seres y cosas del espíritu, porque la reacción normal descrita en las escrituras ante un ángel que se hace visible es de temor, sobresalto y miedo. Incluso María se “turbó grandemente” ante el suave Gabriel. Aunque sería más el susto del propio Arcángel por haber inquietado a su Reina. Por eso tuvo que calmarla: “No temas María”, y en cuanto anunció su Evangelio, salió huyendo de allí, sin despedirse siquiera. ¡Y es que era muy grande la Noticia! Tanto como la médula de la historia del hombre, pues para nada serviría haberlo creado, sin el anuncio de Salvación transportado por un arcángel, y recibido por María en cuerpo y alma. Es la realidad actual de nuestra esperanza de gloria.
VENIR y VER (vio venir, te vi, veréis), cinco veces en el corto relato del evangelista: CREER. Incluyendo la llamada al propio Juan “Venid y Ved” (Jn. 1,19) Cuando Jesús vio a Natanael, Bartolomé, ya le había hecho una radiografía completa: dudas, pensamientos, prejuicios… Él sabe todo de nosotros desde la eternidad. Lo ve venir, sonríe ante un hombre cabal — “sin engaño” —, y se dirige a él como si lo conociera desde siempre. “¿Cómo es que me conoces?” ¿Y dónde nos podríamos esconder para que Dios no tuviera noticia de nosotros? ¿Le pareció al apóstol presuntuosa la respuesta de Jesús? Lo vio debajo de una higuera y su omnisciencia ya sabía todo de su persona. Él tiene sus secretos y nada escapa a su mirada ni a su conocimiento. “Deus videt”, creamos que lo tenemos al lado o no. Sabe cuándo inventas atajos para engañarlo, cuándo te tiembla la fe… dile que eres inseguro y frágil y búscalo no solo cuando te conviene ponerte el traje de cristiano… Natanael vacila y desconfía “¿de Nazaret puede salir algo bueno?”, hasta que oye a Jesús alabándolo en público, entonces se le abrió el cielo y con entusiasmo lo llamó Rabí, reconociéndolo Hijo de Dios y Rey de Israel. Jesús cuestiona la respuesta de Natanael “¿porque te vi debajo de la higuera crees?”. Le aseguró que sería testigo de cosas más sorprendentes, como los ángeles. Solo un pequeño comentario de Jesús, “veréis el cielo abierto”, sobró para que el apóstol respondiera con convicción y firmeza. ¿Había visto los arcángeles? Dios puede convertir en hoguera nuestra llamita de fe. Basta un corto encuentro con la Luz para articular una respuesta rotunda.
Los ángeles tienen la misión especial de cuidar y socorrer a los mortales, y su último servicio será “segar la tierra” y acompañarnos tras la muerte ante Dios. Entonces puede ser que nos ayuden a dar las explicaciones que no saldrían de nuestra boca en esos momentos… Cuando se separan de Dios son solo bruma. Con Él, son brillantes constelaciones.
Aunque se representen con figura humana, no tienen cuerpo, ni alas, ni plumas, ni cabellos, ni túnicas de raso fluorescente. Pero así los dignificamos porque son espíritus puros, y a través de ellos Dios manifiesta su voluntad a los hombres.