Este fin de semana he ido a ver la exposición de Richard Hamilton con mi marido y mis hijos al Museo Reina Sofía y quería recomendaros que no dejéis de verla, por su calidad expositiva, la buena selección de obras, la variedad expuesta y, sin duda, por las preguntas que te invita a plantearte.
Richard Hamilton es un artista inglés del siglo XX que falleció hace tres años, dejando un legado artístico de una riqueza impresionante a nivel artístico e histórico; rompedor y vanguardista, pero sobre todo inquieto y atrevido, cuestionándose su entorno en plena ebullición de cambios. Reflejó a través de su obra la evolución meteórica de los medios de transporte que estaban trastocando la vivencia del mundo en los años 50. Más aún le preocupaba la revolución de los medios de comunicación y las inmensas alteraciones que causaban a su alrededor: el impacto de la televisión, de las películas en Tecnicolor, la relación tan inmediata entre consumo y placer visual donde las imágenes cobraban nuevos contenidos y provocaban necesidades, etc.
En este contexto de replanteamiento vital me daba la sensación que Hamilton se estaba cuestionando a través de su obra la identidad del ser humano: ¿Quiénes somos? ¿ A dónde vamos? Y pinta la serie “People” a mediados de la década de los sesenta donde aparecen retratos desdibujados, donde las personas ya solo son manchas en el espacio, carentes de su identidad personal y asumidas en la masa sin características definidas. Me parecía que el mundo había difuminado a las personas de su valor intrínseco, de su particularidad para convertirlos en un simple bulto del conjunto.
Esta exposición me habla de la identidad, de qué es lo que hace a cada uno ser único. “ En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados” (Mt 10,30). A través de la obra de Hamilton también uno se plantea: ¿Qué es lo que perfila mi identidad? ¿Cuáles son los elementos que me hacen ser yo? Y más aún, ¿cómo se determina mi identidad a través de la mirada de los demás? Es decir, ¿cómo me ven los otros? Es interesante ver cómo hoy en día existe una fascinación por el selfie, donde reiteradamente las personas se hacen fotos de sí mismos para reenviar a todos sus conocidos, reflejando su identidad con múltiples variables y en diversos lugares.
Richard Hamilton cincuenta años antes investigó el concepto de la imagen que otros tienen de uno mismo a través de Polaroids —la fotografía más inmediata que existía en ese momento. A lo largo de su vida pidió a numerosos artistas que le retrataran para descubrir con curiosidad la sensibilidad de cada persona en la elección de la escena, encuadre o expresión que captara mejor la identidad de Richard. En pocos segundos tenía plasmados en papel, selfies pero no hechas por sí mismo sino por otros. Entonces el ojo del enfoque lo cambia todo; el centro de atención no soy YO, cómo me veo YO, cómo me interpreto y cómo difundo mi YO, sino en cambio, cómo soy YO hacia los demás, cómo me ven, cómo me perciben, qué es mi YO para OTROS. Mi identidad es aquella que se refleja en los demás y a través de los demás. Mi YO existe en relación a tu YO. Hay que transformar la mirada del selfie” (yo mismo) al otherie (el otro) y entonces nuestra identidad cobrará sentido, enfoque, precisión y meta.