Quisiera traer a este blog la recensión del libro de Costa, Michi, Noi non siamo scappati!, Napoli, 2013.
Una primera obra, Perché vuoi scappare?, que narró la experiencia de las primeras Familias en Holanda y presentaba la catequesis de Tobías, ha precedido al libro que nos ocupa. Esta catequesis, del presbítero de la Misión Familias de Holanda, el P. Michi Costa, es una abundante y espléndida serie de testimonios de la segunda generación de las Familias procedentes de Italia y España que iniciaron, hace unos 30 años, la Nueva Evangelización de la Europa post-moderna.
El valor y el número de estos testimonios es enorme en su simplicidad. El testigo es en estos casos un espectador de la obra de Jesucristo, en el día a día de nuestra libertad frente a las tentaciones personales, los desafíos del mundo, la descristianización, los descalabros que va recibiendo el maligno.
Nos encontramos, llevados de la mano de estos hermanos, con la precariedad diaria, la desproporción entre las necesidades reales de subsistencia, los bajos sueldos con que es retribuido el trabajo, la apertura a la vida de nuevos hijos y nuevos enlaces matrimoniales, y la evangélica precariedad de los medios con que se cuenta.
No digo ningún despropósito, porque se abrió el mar, y vino el maná, y la Roca era Cristo. Mientras se proclama, – contra viento y marea – el diario “Shema Israel el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno”, la Evangelización se hace camino al modo evangélico: “con los medios del Evangelio” (Pablo VI, Evangeli Nuntiandis).
Leemos, como un ritornello, el abrámico “en la montaña, el Señor proveyó”.
Sin el apoyo y cercanía de las comunidades de origen, la Iglesia Madre, estas Familias no habrían sobrevivido. ¿En qué se diferencian, estas relaciones de apoyo logístico, con las de una Ong? A los pocos días de haberme hecho alguien esta pregunta decía papa Francisco: “la Iglesia no es una Ong”, porque es Madre. “Creced y multiplicaos, y henchid la tierra”, del Amor de Dios.
La crónica del ambiente humano, destinatario del Anuncio, es elocuente. Presenta con realismo la subjetividad, el mundo interior real, de cuantos les rodean, amigos, y vecinos.
Este libro nos lleva a la experiencia del matrimonio emblemático de Booz y Rut, un enlace con disparidad de culto, brillantemente presentado por la Revelación, leída y transmitida oralmente por la tradición rabínica, y un catequista experimentado, Don Michi.
<El libro de Rut es en la Biblia hebrea uno de los cinco rollos (meghillôt). Los cinco “rollos” son muy apreciados en la litúrgia sinagogal, se leen enteramente con ocasión de las grandes fiestas. Además del libro de Rut, los otros meghillôt son: el Cantar de los Cantares, las Lamentaciones, Ester y Qoelet. El de Rut se lee en la fiesta de Pentecostés, probablemente por el fondo natural que evoca, el de la cosecha, que es el tiempo en el que se celebraba esta solemnidad. La fiesta de las Semanas era una fiesta de peregrinación, relacionada en su <origen a la cosecha del trigo y la cebada, más tarde unida a la <celebración de la Alianza del Sinaí>.
< (…) Noemi y Rut “llegaron a Belén <al comienzo de la siega de la <cebada” (1,22). El desenlace <decisivo tiene lugar “al final de la <siega de la cebada y del trigo” <(2,33). No es pues sorprendente <que el rollo de Rut haya sido <comentado por los Sabios con <centenares de midrash”. (pg. 196)
Esta historia la ha escuchado desde su infancia Jesús, como hebreo ortodoxo-practicante, en el seno de la Familia de Nazaret. Booz es el 28mo apellido de José, si seguimos a San Mateo (1, 1-16).
Es sorprendente el paralelismo entre el Libro de Rut, y el diálogo de Jesús-Mesías con la Samaritana. El trasfondo es muy cercano: la cosecha, el hambre y la saciedad, la extranjera, los maridos anteriores, la pregunta “¿quién eres tú?”, la salvación “viene de los judíos”, un Mesías que rescata (Goel), el culto verdadero en ambiente esponsal.
Juan Ignacio Echegaray