Si es verdad lo que reza la sabiduría popular de que zapatero a tus zapatos”, el Rezongón calladito estaría más guapo; cosa muy difícil por no decir imposible. Por ambas cosas. Quiero decir con esto, que aborreciendo como aborrezco los politiqueos, hay políticos que por mucho que trate uno de ser ajeno a tanto tejemaneje, es imposible que pasen inadvertidos al español con miras más altas que las de medrar en esta actividad (la política) por otra parte necesaria por quien le corresponda.
Esperanzados con el nuevo gobierno de la nación, aún con inquietud indisimulada, esperábamos con ilusión la pronta derogación de leyes indignas impuestas o promulgadas por un gobierno ídem. Pues héteme aquí que sin comerlo ni beberlo surge de pronto en el arco parlamentario español un nuevo partido político. Con poco a favor y mucho en contra de la división política, o más, de España; como son las que producen las diversas ideologías como aportan los partidos cuando proliferan como los hongos.
“Por si éramos pocos –con perdón- parió la abuela”…: “Podemos”. ¿Y qué ideología es la de este nuevo partido? Para ser breve conciso y concreto el Rezongón lo ve como el ébola, pero en política. Contaminación de alto riesgo. Es tan escaso el interés que me despierta el susodicho inventor de lo que es más viejo que la tos, que no precisé el informe de su ideología y programa electoral escrito. Con sólo ver y oír al nuevo genio (¿), tuve argumentos sobrados para ponerle la proa de inmediato. Cuando un orador que tenemos hasta en la sopa escupe sapos y culebras por la boca viperina y gesticula -puño el alto- como un energúmeno…, ¡malo! Y si al tiempo él, los suyos, o ambos, profieren a grandes voces argumentos obsoletos desde la caída del muro de la vergüenza, peor. Él mismo se define. Él y sus corifeos. Los que incluso le superan.
Pero ¿quiénes son y qué pretenden?: sorprendentemente, parece que son multitud. Es el pueblo sencillo que, carente incluso de lo imprescindible por la crisis aportada en gran parte por sus primos hermanos, añora tiempos de bonanza en los que tenía más el que más debía. Tiempos en los que se podía gastar sin demasiado tino; y más, mucho más, de lo que ingresaba. Bienestar ficticio éste de las “vacas gordas” en las que el que el cebo acuoso se conseguía con productos químicos perjudiciales para el posterior consumo humano. Como con los dineros deslumbrantes considerados propios, sin serlo.
Intuyo, porque no lo dicen, que son los mismos perros –perdón otra vez- con diferentes collares. Es decir, los mismos que, llevados por el odio so capa de libertad democrática que no se creen ni ellos, además del frente popular, fomentaron hasta decir basta el odio la lucha de clases. Vamos, que un calco de lo vivido en 1936. Lo que ni los más rencorosos – que háylos, oigan, que háylos- quieren que se repita. ¿O sí…?
En mi modesta opinión pocas cosas tan fáciles como enardecer a las masas. Y a fe, que el de la coleta lo ha hecho “divinamente”…, como verdadero experto en alborotar al personal con… cantos de sirena. Un boom, que, sigo opinando, caerá con el estrépito del muro. Eso sí, no sin antes llevarse buena tajada de euros. Tajada ésta que es la firma de la propia sentencia del finiquito. Y si no… ¡al tiempo!. Bastaría con lo dicho, para que el enunciado tuviera cumplida respuesta. Pero para contestar a la segunda pregunta, hay más. Debemos deducir lo que pretenden, porque se cuidan muy bien de no manifestarlo claramente. Temen que se les vea el plumero. Y ya saben: “El que algo teme, algo debe”. La deducción del Rezongón es la de quiera Dios que no se repita: lo que conocemos por la más triste de las experiencias. La que sólo con el amor de los primeros cristianos y por Amor (ya me entienden) hubo una justa distribución de la riqueza, para que nadie pasase necesidad. Precisamente todo lo contrario al odio que rezuman en sus populacheras soflamas.
Desde esta perspectiva, ¿de verdad creen que son de fiar esos cantos de sirena?. Y que conste que no pretendo aconsejar; yo…digo nada más. Carlos de Bustamante.