En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre». Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó: – «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.” (Jn. 8, 31 – 42)
“Un estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los Ministerios de Propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela… Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad.” (Aldus Huxley “Un mundo feliz”)
Desde que leí por primera vez la apasionante y profética novela de Aldus Huxley “Un Mundo Feliz” me dije ¿cómo pudo este hombre intuir ya en 1932 la sociedad que estamos viviendo en lo que podríamos llamar el mundo de los “postotalitarismos”? A fin de cuentas en un estado totalitario se conoce quién es el “tirano” y aunque uno se sienta impotente ante la injusticia y la sumisión aún cabe, al menos, el derecho al pataleo.
Leyendo el pasaje del Evangelio de hoy, veo que S. Juan ya pone el mismo planteamiento en boca de Jesús: Estado de bienestar, por decreto (aunque, como denuncia el Papa Francisco, cada vez crezca más la cultura del “descarte”). Felicidad, por decreto, (aunque crezca de manera alarmante el número de suicidios, violencia, familias destruidas…) Verdad, por decreto, de lo políticamente correcto, sea o no racional, que consiste básicamente en que no existe “la Verdad”, sino que todo es relativo, que cada cual puede tener “su verdad”, siempre que esta coincida con la verdad oficial conseguida como también diría Huxley: “4000 repeticiones crean una verdad.” ¿Acaso no se está acuñando la expresión de que vivimos en la “civilización de la postverdad”? Y si surge una voz discrepante se la silencia bajo la acusación de incitar al odio. No tardaremos en escuchar en las clínicas de maternidad, si es que no las cierran por falta de natalidad: “Doctor, ¿qué ha sido?” –“No sé”, tendrá que responder, por decreto, y en nombre de la “sagrada” libertad. “Habrá que esperar a que sea mayor y decida.”
“Sagrada Libertad”, por decreto: “Somos linaje de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie”. (Ni de Nabucodonosor, ni de Holofernes, ni de Antíoco Epífanes, ni de los romanos… ni de su dura cerviz…) “Nos hemos dado un Estado de Derecho y no somos esclavos de nadie. (Ni del dinero, ni del contrato basura, ni del teléfono móvil, ni del hedonismo que antepone las vacaciones o el coche a la honra de los padres, ni de las numerosas formas de adición que, literalmente, te enganchan…)
Pero no solamente la libertad externa. El pueblo de Israel necesitará una “cuaresma” de 40 años en el desierto para descubrir que quien realmente le esclavizaba no era el faraón, sino ser un pueblo de dura cerviz. “Quien comete pecado es un esclavo”. Y la sociedad de lo politicamente correcto ha encontrado cómo liberarse de esta esclavitud: Lo que antes era pecado, ahora es derecho, aunque siga destruyendo, no sólo al hombre individualmente, sino su familia, su entorno, sus relaciones…(esclavos que amen su servidumbre)
¿Ante este panorama alguien podría proponer “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”?
Y sin embargo, el ser humano, sigue necesitando una “Verdad” en la que construir su existencia. Lo lleva inscrito en sus genes. S. Agustín, el del corazón inquieto, nos decía: “Nos hiciste Señor para Ti, y nuestra alma no descansará hasta que no te encuentre a Ti.” Y antes, cuando aun siendo maniqueo experimentaba que esta corriente no satisfacía sus deseos más profundos, escuchó por boca de S. Ambrosio lo que cambiaría su vida. “No te empeñes en buscar la Verdad sino, más bien, deja que la Verdad te encuentre a Ti. “Todo hombre busca la Verdad; pero solamente Dios sabe quién la ha encontrado”. (Chesterfield).
También otro pensador, no recuerdo cuál, dijo: “Las verdades más sencillas son aquellas a las que el hombre llega más tarde”. Pilatos se pregunta: “Qvi veritas?” (“¿Qué es la verdad?”). La tenía delante de sus narices y era incapaz de reconocerla. Es difícil identificar “la verdad” con un Ecce Homo. Tal vez en otro poderoso… Hoy me ha dado por la citas. Hay otro que dijo: “La verdad está siempre sobre el patíbulo; la mentira, siempre en un trono.”
“Yo doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo.” (Jn. 10, 17-18) Y si esto no es “La Verdad”, entonces la verdad es la “civilización de la postverdad”.