Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Pues ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios reales. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. Porque os digo, entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él».
Al oír a Juan, todo el pueblo, incluso los publicanos, recibiendo el bautismo de Juan, proclamaron que Dios es justo. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos (San Lucas 7,24-30).
COMENTARIO
Estamos a 10 días de la Navidad y la Iglesia en este tiempo nos propone reflexionar sobre la figura de Juan el Bautista. Si os dais cuenta este texto forma parte del evangelio que la Iglesia ya nos propuso el pasado domingo tercero de Adviento. No hay mucho escrito sobre este pasaje de Lucas, inclusive a nosotros nos puede parecer que son de esas palabras que «aportan» poco a nuestra existencia. Pero, si nos adentrarnos en lo que acontece en el «tiempo» en el que tiene lugar esta escena, puede ayudarnos a descubrir el sentido de esta palabra en nuestra vida. Este texto es el que va después de que Juan envía mensajeros que, en un tono casi desafiante, interpelan a Jesús sobre si él es el verdadero Mesías. José Luis Sicre —doctor en Sagrada Escritura— nos da en su libro El evangelio de Lucas una pista: «Nosotros siempre hemos visto a Juan Bautista en relación con Jesús. Su única misión era anunciar la venida del Mesías. Esto significa una simplificación muy grande. En los ambientes judíos de comienzos del siglo I, Juan Bautista era más conocido que Jesús; y sus discípulos llegaron a Grecia antes incluso que los cristianos. Por otra parte, los discípulos del Bautista no perdieron su identidad al aparecer Jesús, sino que siguieron vinculados a Juan, viviendo según sus enseñanzas (por ejemplo, con respecto al ayuno). Surgió entonces entre los discípulos de Jesús y los de Juan cierta tensión sobre quién de los dos era más importante. Lucas concede gran importancia a ese tema, sobre todo en los relatos de la infancia. Aquí vuelve sobre el tema, exaltando a Juan y, al mismo tiempo, poniéndolo en su justo sitio». Como podemos observar, la historia es algo lejos de lo estático, es «movimiento puro» que hace que esta Navidad, no sea igual que las anteriores. Por eso, es importante —tiempo oportuno— que nos hagamos esta pregunta: ¿qué has salido a contemplar en el desierto? ¿Qué esperas hoy? ¿Cómo te suena esa voz del Adviento, por medio de la cual la Iglesia te avisa de que algo importante va a suceder? Porque al igual que vemos en la explicación de Sicre, la «mundanidad» siempre se introduce en la historia intentando destruir el verdadero designio de Dios.
Otro apunte que hace Sicre en su libro es sobre la frase «Aunque el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él»; dice el profesor que algunos como Tertuliano o Juan Crisóstomo interpretan que el «más pequeño del Reino de los Cielos» es una referencia que Jesús hace sobre sí mismo, otros, sin embargo —aunque le dan cierta credibilidad— no ponen en boca de Jesús este comentario. Sea lo que sea, aparece aquí de nuevo nuestro verdadero objetivo, dentro del combate que siempre se nos presenta: la ESPERA, que nos permite vivir en tensión, pero no con miras a objetivos terrenos. Estamos llamados a vivir con la mirada puesta en el Cielo, porque hagamos lo que hagamos aquí nunca seremos más grandes que el último en el Reino de los Cielos. Juan tendría dudas, como todos las tenemos, pero llevó a cabo la misión que Dios le encomendó y dio la vida, DESPARECIÓ, para que Jesús APARECIERA. El Adviento es el tiempo que identifica a los cristianos que viven con coherencia su fe. Que el Señor nos conceda hacer real, en las decisiones que tomamos cada día y en particular en este tiempo que se nos invita a vivir santamente, esa tensión beatífica de vivir lo que confesamos en el credo original niceno: «Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro».
2 comentarios
Angel, precioso el comentario. Felices fiestas y feliz Año Nuevo.
Juan es la personificación del adviento, anuncia la venida del mesías, y desaparece como dice angel, para que llegue la Navidad.