Ventana de Adviento: Puerta abierta.
“Abrid las puertas para que entre un pueblo justo”.
A la casa se entra por la puerta, por ella entra el amigo. El asaltador la rompe, o accede de manera violenta. Jesús se presenta como puerta.
La puerta abierta es signo de confianza y de acogida, valores que hoy se posponen a veces por miedo a quien pueda venir con malas intenciones. Sin embargo, una actitud esperanzadora es la de quien aguarda a que llame la persona amada, en nuestro caso, el Señor. Él es a la vez puerta y amigo.
“Estoy a la puerta y llamo, si alguien me abre, entraré y cenaremos juntos”. Este texto nos invita a superar el miedo, el encerramiento, el autosecuestro del corazón. “Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor”.
El Adviento es tiempo de apertura, de confianza, de salir de toda endogamia y egocentrismo, al menos de abrir la puerta al Señor, que viene como Buena Noticia.
¿Cómo te encuentras, bloqueado, miedoso, refractario? O ¿atento, sensible, abierto, acogedor?