“Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaros a Jesús: “Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?” Jesús les contesta: “¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto –lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos” (San Marcos 2, 18-22).
COMENTARIO
“¿Por qué los tuyos no?” Es la pregunta trampa que le hacen algunos a Jesús: “¿Por qué los tuyos no?” Y esa pregunta se sigue haciendo hoy en nuestros días a la Iglesia de Cristo:” ¿Por qué los tuyos no?” Jesús contesta con una pregunta: “¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?” He aquí el punto: ¿qué es más importante el Esposo o el ayuno? Cuando les sea arrebatado el Esposo, entonces ayunarán sus discípulos. El problema para los escribas y fariseos es que no reconocían a Jesús como el Esposo.
Esta pregunta se ha hecho a lo largo de la historia a muchos mártires, a muchos santos y a todos los cristianos: ¿Por qué vosotros no? ¿Por qué vosotros no hacéis o aquello, por qué no dejáis de hacer esto o aquello? Es la pregunta que hace hoy el mundo a los cristianos. Y es que el mundo no reconoce al Esposo. Porque sólo la esposa reconoce al Esposo. Y la Esposa es la Iglesia. La comunidad de hombres nuevos, renacidos en el bautismo, con signos de vida eterna en su vida cotidiana. Y no se puede “echar vino nuevo en odres viejos”. Hay que nacer de nuevo para caminar con el Esposo.
Y la esposa siempre se alegra en la boda con la venida del Esposo. Tiempo habrá luego de ayunar esperando de nuevo su venida. Pero la alegría de la esposa con el Amado, del cristiano con Jesucristo no se la puede quitar nadie, ni la persecución, ni el oprobio, ni la enfermedad, ni la muerte, ni la ruina… Porque hemos sido creados sólo para Él, para vivir eternamente con el Esposo.