Francisco José Ramiro. Secretario Consejo Editorial de Bioética en la red.
A la mayoría de personas les puede parecer que ésta es una pregunta innecesaria, porque entienden que la respuesta es obvia: legalizar la eutanasia es malo porque supone matar a una persona que es inocente, y por mucho que nos lo pida alguien, no se puede matar a un inocente. Sin embargo no es raro encontrar en los medios de comunicación la aparición de casos de personas enfermas que exigen que se apruebe una ley para acabar con sus sufrimientos mediante la eutanasia.
Es cierto que son poquísimos los estados que han permitido llevar a cabo esta práctica. Se puede mencionar Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Colombia, Canadá, y para el suicidio asistido: Suiza, en Australia el estado de Victoria y en los Estados Unidos los de Oregón, Washington, Montana, y Vermont. En el resto de países, que son la inmensa mayoría, están prohibidos la eutanasia y el suicidio asistido.
Pero continúa habiendo grupos sociales que intentan su legalización. En mayo de este año el parlamento portugués ha rechazado cuatro propuestas. En España acaba de entrar en el parlamento una propuesta para su aprobación. Por eso no es superfluo preguntarnos por qué es malo legalizar la eutanasia, para ser capaces de dar razón de lo que por otra parte nos parece obvio.
Argumentos en pro y contra
Los argumentos que se suelen utilizar para exigirla sustancialmente son dos: la situación de enfermos terminales con un dolor insufrible, y la decisión que pueden tomar algunas personas que no desean seguir viviendo por los motivos que sea.
¿Qué dicen los médicos? Dicen varias cosas. Primero que su profesión es curar y cuidar pero no acabar con la vida de los demás. Si se incluyese esto último se perdería buena parte de la confianza que todos tenemos en ellos. Pero además afirman que en la actualidad el dolor puede ser siempre controlado. Si no se controla es por falta de profesionalidad de los médicos que atienden al paciente, y eso no se soluciona matando al enfermo. Sí se quejan de que no se están dedicando recursos a los cuidados paliativos. En España durante 2017 han muerto sin ellos 80.000 personas que deberían haberlos recibido.
Por tanto piden que se sigan los códigos de deontología médica y que se dediquen recursos no sólo para curar sino también para cuidar a los enfermos. En este sentido se han manifestado durante 2018 tanto la Asociación Médica Mundial, como la Organización Médica Colegial de España. También han levantado su voz diversas organizaciones de discapacitados ante la amenaza de la aprobación de la eutanasia.
El doctor Gómez Sancho –uno de los médicos iniciadores de los cuidados paliativos en España- suele recordar que todo enfermo que le ha pedido que acabase con su vida, tras la oferta de los cuidados paliativos, ha cambiado de opinión. Todos tenemos miedo al dolor, pero no queremos morir.
¿Qué dicen los juristas?
En primer lugar, afirman que para evitar el encarnizamiento con el paciente basta aplicar la legislación vigente que defiende al enfermo de las prácticas abusivas que pudieran darse por parte de los médicos.
En segundo lugar, ponen de manifiesto la realidad de la “pendiente resbaladiza” que se ha producido en los países con leyes de eutanasia. La inicial exigencia de que se aplicase solo a enfermos en condiciones muy restringidas ha dado paso, con el tiempo, a la aplicación en muchas más situaciones: niños, enfermos siquiátricos, enfermos de larga duración, etc. Esa es la experiencia que se saca de lo que ha ocurrido en Bélgica u Holanda.
Pero además se ha pasado de una exigencia de consentimiento voluntario y en plenitud de condiciones, a situaciones en las que otras personas deciden por el enfermo, e incluso es el propio médico quien toma la decisión según su propia valoración de que el enfermo tenga una calidad de vida aceptable o no.
La eutanasia llama a la eutanasia. En Holanda se ha pasado de 1815 casos en 2003 a 6585 en 2017. En este último año el 10% de las eutanasias se han practicado a personas que no tenían ninguna enfermedad terminal.
La legalización, una amenaza para los débiles
Por último, se deben hacer algunas consideraciones sociales. Ciertamente algunos individuos en plenas facultades pueden sentir que la prohibición de la eutanasia contradice sus deseos. Pero hay que tener en cuenta que su legalización supondría una amenaza para un número mucho mayor de personas que podrían acogerse a esta opción sometidas a depresión, coacción o un dolor intenso que no recibiera tratamiento. Por eso legalizar la eutanasia es un beneficio para alguno, pero pone en peligro la vida de muchos otros.
Las leyes que prohíben el suicidio asistido sirven a objetivos sociales valiosos como son la protección de individuos vulnerables, el fomento del cuidado activo y el tratamiento de los enfermos terminales e impiden que se dé muerte a enfermos sin capacidad de decidir. Por otra parte la vida real nos enseña que alrededor del enfermo débil siempre pueden surgir presiones no legítimas de médicos, familiares, o del mismo sistema sanitario. Es más barato administrar una inyección letal que cuidar y mantener a un enfermo terminal.
¿Qué tipo de sociedad queremos construir, la del individualismo o la de la solidaridad? Aceptar legalizar la eutanasia es admitir que la sociedad ya no va a defender siempre la vida de las personas inocentes. Se les va a encargar a algunos de sus miembros que acaben con la vida de otros. Se va a decir al débil y al enfermo que no estamos dispuestos a hacer todo lo posible para sacarles adelante. Se les va a descartar, como diría el papa Francisco. Si queremos construir una cultura de la vida y de la solidaridad debemos comprometernos a que ningún enfermo esté solo y sienta la amargura de la indiferencia. Sólo así venceremos las tentaciones de la eutanasia.