En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– Yo soy la verdadera vida, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen y los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid los que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos (San Juan 15,1-8).
COMENTARIO
Salta a la vista le repetición del verbo permanecer en un texto relativamente breve, y además citado por siete veces. Al autor sagrado no le faltan recursos lingüísticos. La reiteración del mismo verbo resalta de manera significativa la llamada, que hace Jesús a sus discípulos, a estar unidos a Él.
El evangelista presenta con claridad la causa de la esterilidad o de la fecundidad pastoral con una imagen agrícola muy plástica y comprobable. Si el sarmiento se separa de la vid se seca. La vid es Jesucristo, y el sarmiento somos nosotros, especialmente los que hemos sido llamados al seguimiento de Jesús y a ser sus mensajeros.
La realidad pastoral de nuestros días es compleja, y no cabe decir que el desplome religioso sea por causa de no estar unidos al Señor. Sin embargo en el texto que hoy se proclama, recibimos una llamada muy fuerte, y quizá una exigencia, a revisar si todas las actividades pastorales arrancan de la relación con Jesús, o son expresión de nuestros deseos productivos.
Hoy existen mucho métodos pedagógicos, y planes pastorales con el mejor deseo de anunciar la Buena Noticia, pero debemos revisar si permanecemos en el trato con el Señor, de ello no solo va a depender el fruto de nuestros trabajo, sino el que nos mantengamos esperanzados en medio de toda contrariedad.
Al hilo de la llamada a permanecer unidos a Jesús, providencialmente me he encontrado con un profesor de la NASA, quien conocía a varios de los astronautas que han hecho viajes espaciales, y nos ha comunicado algo sorprendente, el deseo expresado por alguno de ellos de llevar el Sacramento de la Eucaristía en la nave espacial, para sentir su acompañamiento y para comulgar. Al escucharlo sentí una verdadera emoción.
Que este tiempo en el que contemplamos como verdean los viñedos, no dejemos de permanecer en relación con el Señor en un trato de amistad con Él.