En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (San Juan 15, 9-11).
COMENTARIO
En el Evangelio de hoy, Jesús expresa un deseo, aparentemente simple pero lleno de fuerza “permaneced en mi amor”.
Después de expresar su amor por nosotros y de equipararlo al que Dios, nuestro Señor, tiene por Él, nos exhorta y anima a no separarnos de él, a entrar con plenitud en el sentido profundo de ser amados por Cristo.
Pero ¿qué significa permanecer en su amor? ¿Qué quiere decir? Permanecer en su amor es fijar los ojos cada mañana en el rostro de Jesús, es volver siempre, aunque nuestro caminar por la vida a veces se aleje, es mirar con nuestros ojos desde sus ojos, es recordar la forma en la que Él, caminando por el mundo, miraba la desolación de los seres humanos y contrariamente a juzgarla, trataba de redimirla.
El amor de Jesús, el que siente por nosotros como Dios, se refleja en el Evangelio que nos entregó. Permanecer en su amor es permanecer en su palabra que como decía San Pablo en la Carta a los Hebreos, capítulo IV: “En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, las articulaciones y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos. 13 No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de aquél al que rendiremos cuentas.”
La Palabra, el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es el garante de nuestra permanencia en el amor de Jesús. Solamente ella nos defiende de esa otra naturaleza que vive dentro de nosotros y que nos arrebata la vida; solamente ella nos va transformando como al barro el alfarero y de manera casi imperceptible, nos hace nacer como criaturas nuevas a la luz de Cristo para permanecer allí donde como dice en el texto del Apocalipsis 7:16: “Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol les hará daño, ni ningún calor abrasador”
Permanezcamos en el amor de Jesús, y, desde allí permitamos que el mundo perciba ese amor a través de nuestra vida, de nuestras acciones. Pidamos a Jesús ser con nuestra vida, reflejo de su Palabra y de su amor en un mundo que grita pidiendo auxilio.