En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! Pero Él dijo: Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan. Lucas (11,27-28):
Dos gritos, o dos frases magnificas las que aparecen en este brevísimo evangelio de hoy : «Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! y Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan «.
Por una parte esa ese grito de admiración y cariño de esa mujer que lanza esa alabanza hacia la madre de Dios, pero por otra la respuesta y la enseñanza del Señor.
Es cierto y nosotros lo sabemos como María atreves de su «fiat» aceptó la voluntad de Dios sobre su vida guiada mas por la fe y la esperanza del pueblo de Israel que por la realidad que podía ver con sus ojos terrenales en aquella aldea perdida de Nazaret.Entonces Jesús en aquel momento de su predicación quiere dejarnos a todos las cosas bien claras. Ante él no valen los títulos ,ni la ascendencia ni los lazos familiares etc. Es discípulo suyo y, por lo tanto, dichoso ,no solo escucha la palabra de Dios sino que además la cumple. Recordemos por ejemplo ahora la parábola del sembrador.
La verdadera fuente de la grandeza de María no estaba en haber sido elegida para ser la madre, sino en ese «Sí«, tan fiel y sencillo que la puso a los pies de la cruz. Ella escuchó la palabra y la mantuvo hasta el final : “he aquí la esclava del Señor, hágase en si según tu palabra”. Es decir que María, su Madre, fue más dichosa por escuchar la palabra de Dios y cumplirla que por llevarle en su seno y amamantarle. Si queremos ser verdaderos seguidores de Jesús, si queremos ser dichosos con la dicha que él quiere regalarnos, no vale que le presentemos el título de bautizados, comprometidos, cristianos sacerdotes… etc .Tenemos que presentarle nuestra fe, nuestras buenas obras, las que dimanan de escucharle y seguir los pasos que nos indica.
El Señor , en este evangelio nos invita a una verdadera conversión que no solo es de palabra ni apariencias. Nos invita a dejar nacer en nosotros a Jesús, el Hijo de Dios y el Hijo de María. Ésa debe ser la gran ilusión de nuestra vida: dejar que nazca un corazón nuevo, de carne , para que amemos como él ama y a todo lo que Él ama. Que transforme nuestro entendimiento para que veamos y juzguemos las cosas como él las ve y juzga. Que se apodere y nazca en nosotros sentimientos nuevos para que podamos tener siempre los mismos sentimientos que él tuvo : perdón y misericordia.