«En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. Respondió Jesús: “El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser’. El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento mayor que estos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas». (Mc 12,28b-34)
Una de las mejores cosas que tiene el ser humano es la capacidad de hacerse preguntas, y cuando uno no puede responderse a sí mismo, es conveniente, bueno y necesario seguir haciéndolas a aquellas personas, instituciones, libros o materias que pueden darnos respuestas. Con los mandamientos, desde siempre nos hemos hecho muchas preguntas y se nos han dado muchas respuestas. En este comentario al evangelio de hoy, dado que es Buena Noticia, intentaremos reflexionar un poco más sobre los mandamientos, con el fin de poder dar gracias a Dios por tantos dones como nos ha concedido.
Hablamos de mandamientos y, claro está, del concepto mandato al concepto de ley no hay más que un paso, o acaso sea lo mismo. Los mandatos y las leyes se dan para ser cumplidos y, ¿qué nos pasa?, que no los cumplimos o no podemos cumplir, y si creemos que los cumplimos, en seguida nos ponemos a trabajar para que los que tenemos a nuestro lado también los cumplan, convirtiéndonos en unos tiranos. Pregunto: ¿acaso los podemos cumplir? ¿Ha habido algún ser humano que los haya cumplido? Si leemos los Evangelios, nos dice Jesús: “Yo he venido al mundo para cumplir la ley y los profetas”. En este caso, solo Jesús los ha cumplido; esto es una buena noticia, quizás la Noticia.
La Torah en hebreo tiene un significado más amplio y menos jurídico que el griego Nomos, por el que lo tradujeron los Setenta. La Torah designa una “enseñanza” dada por Dios a los hombres. ¿Y qué enseñanza es esta? Lo que se me ocurre pensar y por tanto decir es, que si Dios nos ha puesto una Ley que siendo camino de vida no la podemos cumplir, estamos todos los seres humanos sometidos a la ley. Ahora bien, si Jesús cumple la Ley y se nos da cumplida. Quiere esto decir que el Señor Dios nos ha tratado a todos con misericordia. Y si ha tenido con todos
misericordia nos ha colocado a los hombres en la misma línea de salida; ningún ser humano, de tejas para abajo, puede cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios. Y si Dios ha tenido con todos misericordia, no nos queda otra a los creyentes que hacer nosotros lo mismo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Jesús ha dicho a sus discípulos: “Haced vosotros lo mismo”, y con la palabra “haced” nos ha capacitado para cumplirla. “Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios es el único Señor, amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Primero, “escucha” hermano mío y, luego, demos gracias a Dios porque nos ha regalado su presencia, su ley, su misericordia… y nos ha regalado a nuestro prójimo para que a través de él podamos reconocerle como Dios Padre, como Dios Hijo y como Dios Espíritu Santo. Y que a través de este Dios, que ha hecho tanto por ti y por mí, podamos reconocer a nuestro prójimo y semejantes.
Alfredo Esteban Corral