«El carisma crece, se renueva y también la realidad se transforma, se transfigura por la fuerza espiritual que ese carisma lleva consigo. El P. Kentenich lo expresaba muy bien cuando decía que había que estar ‘con el oído en el corazón de Dios y la mano en el pulso del tiempo’. Aquí están los dos pilares de una auténtica vida espiritual».
Que Cristo ocupe el centro de nuestra vida y Dios nos libre del espíritu de funcionalismo y del ‘escalafonismo’, deseó el Santo Padre. Recordando asimismo que sería un grave error pensar que el carisma se mantiene vivo concentrándose en estructuras externas, esquemas, métodos y formas. Y destacando que el diálogo con Dios en la oración nos lleva también a escuchar su voz en las personas y en la oración aprendemos a no pasar de largo ante Cristo que sufre en sus hermanos.
Alentándolos a perseverar en la contemplación, en el servicio y en la fraternidad, compartiendo con los Padres de Schoenstatt «estas tres aptitudes que pueden ser de ayuda en la vida sacerdotal», el Papa les encomendó tres cosas, que lleva en su corazón:
«Al final de nuestro encuentro, permítanme que les encomiende humildemente tres cosas. En primer lugar, acompañar y cuidar a las familias, necesitan ser acompañadas, para que vivan santamente su alianza de amor y de vida, especialmente a aquellas que atraviesan por momentos de crisis o dificultad. En segundo lugar, y pensando en el próximo Jubileo de la Misericordia, que dediquen mucho tiempo al sacramento de la reconciliación. ¡Sean grandes perdonadores por favor! A mí me hace bien recordar a un fraile de Buenos Aires, que es un gran perdonador. Tiene casi mi edad y, a veces le agarran escrúpulos, de haber perdonado demasiado. Y un día le pregunté: “¿Y vos qué hacés cuando te agarran los escrúpulos?” – “Voy a la capilla, miro el sagrario, y le digo: Señor, perdoname, hoy perdoné demasiado, pero que quede claro que el mal ejemplo me lo diste vos”. Que sean en sus comunidades testigos de la misericordia y la ternura de Dios. Y en tercer lugar, que recen por mí, porque lo necesito. Los encomiendo con afecto al cuidado de nuestra Madre Tres Veces Admirable. Que Dios los bendiga».