En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: – «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, que a infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este, mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.» Entonces vino una voz del cielo: –«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo:
– «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba morir (San Juan 12, 20-33).
COMENTARIO
Continuamente a lo largo de mi camino Señor ha salido de dentro de mi este grito profundo deseando que me libraras de tal o cual acontecimiento. Hoy meditando tu palabra siento el consuelo de saber que en todos mis sufrimientos tu siempre me has precedido porque los has hecho tuyos en tu carne. Mi vida tantas veces agitada por los avatares de cada día busca siempre en ti refugio y consuelo porque se que tu has abierto el camino y que mi cruz de cada instante la llevas conmigo. Resuenan en mi corazón estas palabras del cielo “lo he glorificado y lo volveré a glorificar” porque siempre me has ayudado y hoy me volverás a ayudar. Quizás no como yo quiero y por eso me enseñas día tras día a decirte cuando pongo en mis labios el Padrenuestro que deseo que se haga tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Ayúdame a caminar un día más para que en el combate con el príncipe de este mundo contigo le pueda derrotar. Se acerca ya la Pascua pero hoy también necesito tu paso por mi vida en los acontecimientos de este día.
¡Buen día…con el Señor!