«En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: “Maestro, queremos ver un signo tuyo”. Él les contestó: “Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón». (Mt 12,38-42)
Probablemente la mayoría de las personas que leen estas páginas sienten una admiración grande por el Señor. Admiración que puede aumentar constantemente si se considera los Evangelios como lo que son, un tesoro que aprendemos a trasladar a nuestra vida actual.
A este propósito recuerdo la estrofa de una canción de hace ya unos pocos años. Es Only you, y dice así: ”Solo tú puedes hacer que todo parezca bien/ Solo tú puedes hacer que brille la oscuridad/ Solo tú y solamente tú puedes hacerme sentir como tú lo haces, llenas mi corazón con amor/ Solo tú”.
Ese Only you, para cada cristiano es Jesús. En este sentido debería no ser necesario pedirle signos, o símbolos o explicaciones. Ya con haberse hecho hombre nos hace entender nuestra existencia. O mejor, nos hace confiar.
Pero no es esto lo que ocurre en el Evangelio que hoy comentamos, pues en él vemos que los escribas y fariseos le están pidiendo un signo. Jesucristo, con graves palabras, “esta generación perversa y adúltera…” no evade esa petición, sino que basándose en las Sagradas Escrituras, les da el signo que le piden, de modo muy distinto al que esperaban anunciando su muerte y su resurrección, comparándose con el profeta Jonás.
Con este parangón muestra que Él mismo es la “señal” por excelencia, la prueba decisiva del carácter divino de su Persona, de su Misión, de su Doctrina. Los ninivitas hicieron penitencia porque reconocieron al profeta Jonás y aceptaron su mensaje. Jesucristo es más que Jonás, y más que Salomón, en quien la tradición de Israel veía al hombre sabio por excelencia.
Si, ¡Only you! Ver desde Jesús, amar desde Él, actuar desde el Señor. Conocerle más, para entender con Él lo que nos muestra en sus ideas, en sus parábolas, con su vida…. Para que lo vivamos en la nuestra.
Y un mensaje es claro, fruto de este pasaje: hay que trabajar el Antiguo Testamento —vemos como Jesús habla aquí de Jonás y de Salomón— y verlo desde la luz que proyecta el Nuevo Testamento, culmen de la Escritura ¿Cómo hacerlo? No está de más poner una atención contemplativa en los textos de la Santa Misa, no está de más hacernos un plan de lectura espiritual.
Lo cierto es que los signos para nuestra santidad nos vienen a través de Jesucristo, como Él nos lo ha hecho ver en este Evangelio. Humildemente, hemos de reconocer que no llegamos a ser buenos lectores de la Sagrada Escritura, quizás porque eso no solo depende de nosotros, sino que la Palabra de Dios no se agota. Pero nos puede ayudar en nuestra vida estar dispuestos a que Jesucristo no tenga que reprocharnos pertenecer a esa generación adultera y perversa precisamente porque exigimos signos externos. Salimos ganando, descubriendo cada día y siempre el Only you que es, para cada corazón, Jesús.
Gloria Mª Tomás y Garrido