Silvestre y la codorniz
Este es Juan Fernando Girón Barreto: tiene en casa una codorniz y un gato (Silvestre). Él nos ha relatado la siguiente anécdota: “Tres días después de haber comprado la codorniz, salimos todos de casa: mi madre y Paco nos llevaron a mi hermana y a mí al colegio. La codorniz seguía durmiendo en su caja en la habitación de mi madre, pero entonces, por primera vez, se escapó de su guarida y quedó libre por la casa… junto a mi gato Silvestre. Estuvieron solos aproximadamente treinta minutos y, cuando mi madre y Paco regresaron, vieron a Silvestre sentado en el punto más alto del salón: estaba observando a la codorniz que paseaba por todo el salón piando y corriendo como loca. Descubrimos entonces que a Silvestre, en realidad, le dan miedo las codornices, ya que no permite ni que se le acerque la nuestra”.
El mordisco de Jerby
Aquí está Miguel Lasso: tiene un pollito de dos semanas (Picotín), una codorniz (Codor) y un jerbo (Jerby); en la foto está con dos de sus hermanas, quienes también cuidan de las mascotas. Por lo visto tienen que estar muy pendientes de Almudena, su hermana pequeña (dos años), porque cuando se descuidan mete la mano en la caja donde está el pollito, lo agarra por el pescuezo y… Picotín, nada más llegar a casa, dio un picotazo en el ojo a una de ellas (menudo susto), pero el pobre también ha recibido lo suyo, porque el jerbo mordió al pollito en una pata y le tuvimos que poner betadine con un algodón. Está claro que la convivencia entre animales de distintas especies es complicada.