Dijo Jesús a sus discípulos: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad, en verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos” (San Mateo 5, 17-19).
COMENTARIO
En este Evangelio Jesús nos habla del “Cumplimiento de la Ley”. Estamos en la parte del Evangelio de san Mateo que se denomina “El Discurso Evangélico”, que comienza con la catequesis de “Las Bienaventuranzas” y continúa con la llamada a sus discípulos a ser “sal de la tierra” y “luz del mundo.
Ante la novedad del Evangelio que nos presenta Jesucristo, con la enseñanza de las Bienaventuranzas, los discípulos encuentran una religiosidad totalmente diferente: ya dirán los judíos que “quedaban asombrados de su doctrina porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mc 1, 21-23). Había algo en Él que era totalmente distinto de lo que se escuchaba en las sinagogas hasta entonces.
Esta explicación de ser sal y luz, no se conocía hasta la predicación de Jesús. Y es tan sencillo de entender…Jesús, el gran Pedagogo, se pone a nivel de la gente sencilla del pueblo, y con argumentos fácilmente comprensibles, con parábolas, con metáforas, acercándose a las labores de su tiempo, en el campo, en la labranza, en el pastoreo, hace comprender a la gente humilde su doctrina. Él no prepara “discursos altivos”, ni echa “arrogancias por la boca”, tal y como está escrito en el rey David: “…ojos altaneros, corazones arrogantes, no los soportaré…” (Sal 101,5)
En estas condiciones, es posible que la gente que le escucha piense que ya no hay que cumplir la Ley. Nada más contrario al Sentir de Dios. Ya en el episodio de la Transfiguración, Jesucristo, en toda su Gloria, se deja ver de sus Apóstoles más representativos: Pedro Santiago y Juan, al lado de Moisés y Elías. Éstos representan la Ley (Moisés) y los Profetas (Elías), podríamos decir que es lo que a nosotros representa el Antiguo Testamento; para hacernos comprender que sigue siendo válida su doctrina; simplemente Él viene a darle “plenitud”. Él viene anunciarnos ese “Cántico Nuevo” anunciado ya en tantos y tantos Salmos: “…Cantad al Señor un Cántico nuevo…” (Sal 96) y (Sal 98)
De ahí que, con la figura retórica de la hipérbole, nos diga: “…que no dejará de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley…”. Y no sólo eso, sino que, en el correr de los acontecimientos de la vida, en el “envío” que hace a los discípulos de entonces, y a nosotros, ahora, enseñaremos su doctrina tal y como Él la concibió, como el deseo de su Padre.
Así entiende Jesucristo la pequeñez o la grandeza del discípulo en el Reino de Dios, que es Él mismo.