En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano». Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro».
Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas (San Lucas 20, 27-40).
COMENTARIO
Buenos días hermanos en Cristo.
Seguimos en el mes de Noviembre en el cual recordamos a nuestros hermanos de la Iglesia Triunfante (los Santos) y de la Iglesia Purgante.
En el Evangelio de hoy el Señor Jesucristo nos habla de «los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de los muertos…»
Esto parece indicar dos cosas:
En primer lugar, no todos serán juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro. Aunque hoy en día no sea un tema «de moda» la posibilidad de la condenación eterna existe. No lo olvidemos.
En segundo lugar, los que sean juzgados dignos de ello «ya no pueden morir, ya que son como ángeles». «Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza».
En consecuencia, por un lado mucho cuidado. No todos serán o seremos juzgados dignos del mundo futuro.
Por otro lado, los que sean (o seamos) juzgados dignos de ello resucitarán y vivirán para siempre, ya que serán como ángeles, lo cual supone la felicidad eterna.
Lo mejor que podemos hacer es acogermos a la Infinita Bondad y Misericordia del Señor.
Por último, no olvidemos orar intensamente por nuestros hermanos de la Iglesia Purgante.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna, amén.