“Id y haced
discípulos a todas
las gentes
bautizándolas
en el nombre del Padre
y del Hijo y
del Espíritu Santo,
y enseñándoles
a guardar todo lo que yo os he mandado”
(Mt 28,19)
Siguiendo las palabras de Jesús, comenzaba en Madrid a finales de 2006 la Misión Joven, que ha vivido uno de sus acontecimientos centrales en la Peregrinación a Roma y la audiencia con el Santo Padre de los jóvenes de las diócesis de Alcalá, Getafe y Madrid en el pasado mes de agosto. Más de 5000 jóvenes madrileños acompañados por el Cardenal Antonio M.ª Rouco Varela y los Obispos de Getafe y Alcalá de Henares acudieron como peregrinos al sepulcro de San Pedro y al encuentro con su sucesor. Allí proclamaron delante de la Iglesia como ya hicieran por las calles, plazas, colegios y lugares de reunión de la capital que solamente Jesucristo puede dar sentido a sus vidas. Algunos de ellos leyeron sus experiencias ante el Sumo Pontífice que se mostró agradecido por la numerosa presencia de feligreses madrileños que llenaban las Villas Pontificias de Castelgandolfo.
Aquellos que intervinieron dieron testimonio delante de Benedicto XVI de que la fe en las diócesis de Madrid es una fe viva aunque no siempre se llenen los templos. Esta realidad de fe se ha manifestado a través de jóvenes misioneros que guiados por el Espíritu Santo han proclamado el amor de Jesucristo fieles a su vocación apostólica.
El Papa animó a los que allí se congregaron a perseverar en esta vocación y a “colaborar en la apasionante tarea de hacer llegar a vuestros coetáneos la dicha indescriptible de saberse amados por Dios, el único amor que nunca falla ni termina”. Por último terminó recordando la necesidad del encuentro personal con Cristo para poder seguir el llamamiento a la santidad de todos los bautizados.