Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir. Y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medios de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: Paz a esta casa. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros.’ Lucas 10, 1-9
Es bueno poder comentar hoy esta Buena Noticia. Lo primero que aparece es la petición que nos hace el Señor “Rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a la mies.” Sí, oremos hoy para que el Señor siga mandando obreros que anuncien la paz que se rompe por todas partes: en los países, en las ciudades y en los pueblos, pero sobre todo se rompe todos los días en nuestras relaciones con los demás. Es importante saber que a partir de hoy tenemos una razón para rezar. Los obreros que pertenecen a las cuadrillas de este Dueño, llevan consigo el tesoro de la paz y la misión importante de anunciar que “El Reino de Dios está cerca de vosotros”, tan cerca como que “el Reino está en vuestra boca y en vuestro corazón” (Dt 30,14). “No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias”, aparte de su sentido literal, con esta palabra se nos invita a no llevar otro equipaje que no sea el de la Paz, hombres nuevos, que no buscan lo suyo, que no se engríen, que no llevan en cuenta el mal, que todo lo excusan, que todo lo creen, que soportan todo. “Os envío como corderos en medio de lobos”. Esta es hoy para nosotros la buena noticia, el Señor nos da la paz y nos envía por delante de Él para que el mundo pueda conocer a Dios, que es lo mismo que conocer la Paz, “la Paz os dejo, la Paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tengás miedo” (Jn 14,27). Hoy en el mundo en que vivimos somos expertos en violencias de todo tipo: terrorismo, guerras, acosos, disputas, violaciones, excesos, groserías, injusticias, incontinencias, abusos, tropelías, antipatías, asperezas, rivalidades, descortesías, brusquedades, desprecios, etc… Hagamos caso a nuestro Dios y atendamos a su Palabra para que estemos donde estemos o vayamos donde vayamos, no se nos olvide que hoy nos da el poder de ser agentes de la Paz.