En mi peregrinación por las ciudades teresianas, he tenido el privilegio de acercarme a Alba de Tormes para venerar el sepulcro de Santa Teresa de Jesús. Por delicadeza del párroco, pude contemplar la imagen de la Virgen que se venera en la iglesia de san Juan, actual sede de las Edades del Hombre. Está acompañada por un apostolado de especial significado por ser una escenificación, no de la Cena del Señor, como podría interpretarse, sino del Juicio Final. Así, la Virgen aparece, de alguna manera, como Reina de los Apóstoles.
La imagen está al lado derecho del ábside central. Siempre que detengo la mirada en una obra de arte, tengo la experiencia de descubrir poco a poco simbolismos elocuentes y fascinantes. En este caso, al contemplar la expresión de Nuestra Señora, se puede ver que está en posición sedente, haciendo de trono para su Hijo, que se nos muestra con un libro en la mano para decirnos que Él es la Palabra de Dios hecha carne.
Sin duda que la forma en que el arte románico nos presenta a la Madre de Dios transmite serenidad y suscita tern
ura, pero a la vez muestra la verdad teológica más profunda, de quien es a la vez madre y virgen. Este misterio se puede apreciar en la posición de la mano derecha de María, que está totalmente abierta y e
xtendida, gesto indicativo de virginidad: ella es la Parzénos.
Por objetivar el argumento y el significado del gesto de la mano extendida, traigo la representación del tronco de Jesé en el parteluz del pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, en el que aparece María como virgen, con la mano abierta y extendida, recibiendo de la Santísima Trinidad el don supremo del Hijo de Dios, para que lo conciba y lo dé a luz. En la expresión maternal de la imagen de Alba de Tormes, la virgen madre posa su mano izquierda sobre el hombro del Niño Jesús, para señalar que es el fruto bendito de su vientre.
Si reparamos en la posición del cuerpo, y en la forma en que nos muestra al Niño, se hace evidente el simbolismo del alumbramiento: la Virgen que da a luz a su Hijo y nos lo enseña para que lo acojamos como Mesías, Señor, Palabra encarnada, Salvador. .El himno del Akazistos canta a María como Virgen y Madre, y nosotros, cada noche cantamos: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.”
Ángel Moreno.