La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: ≪José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados≫.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: ≪Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”≫. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Hoy la buena noticia que nos trae el Evangelio nos habla de la fe y esta fe, aunque similar, no es la fe de los patriarcas Abraham, Jacob e Isaac. Tampoco la fe de Moisés ni la de los profetas, pues la fe de María y José hace que la presencia del Dios Padre y Creador entre nosotros se realice con la encarnación de Jesús y por lo tanto son los precursores de todos los creyentes bautizados. Podemos decir que son los padres de Jesús y por lo tanto los genuinos padres de la Iglesia.
María y José son la garantía de que en los creyentes se pueda dar el nacimiento de la nueva criatura “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí; y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí” (Gal 2, 20).
De la Historia de la devoción y la teología de San José, (Lautentino Mª Herranz):
≪La paternidad de José tiene un verdadero señorío “Padre y Señor” lo llamaba Santa Teresa, señorío que se extiende, en el orden histórico, sobre la familia de Nazaret y luego, en su prolongación sobre la Iglesia, como gran Familia de Dios y cuyas relaciones no vienen ya del cuerpo sino del Espíritu según el modelo de la vida íntima de Dios Uno y Trino. Por esto, junto con la devoción a San José, se extendió desde entonces la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret. Pero lo más interesante del tema es la teología que subyace a esta devoción a la Sagrada Familia relacionada con la Santísima Trinidad≫.
≪Para Charles de Saint-Paul (t 1644), cisterciense, en la Trinidad creada con la Sagrada Familia, la Virgen sería la imagen del Dios Padre y José la figura del Espíritu Santo, ya que, entre otras analogías, San José recibe de Jesús y de María la gloria y el honor de que goza la trinidad terrestre y su parte en la distribución de las gracias en el mundo (Bergeron). También Bernardo Rosa, cisterciense (t 1696), desarrolló toda una vida mística de signo trinitario sobre la base de las relaciones entre la trinidad creada y la Beatísima Trinidad; estas relaciones se fundamentan en el amor virginal, en que coinciden el Padre y el Hijo, María y José y el alma que, en su vida íntima, se deja poseer, esponsaliciamente, por el Espíritu Santo≫ (T. Fitych).
≪Vale también la pena recordar que como conclusión del III Simposio Internacional de San José se leyeron los siguientes deseos y propósitos, fruto de estas reuniones de estudio: pedir a la Santa Sede que se restituya, en los libros litúrgicos, a San José el título que ya tuvo de Patrono de la Iglesia Universal, y que su mención dentro de la Santa Misa no se reserve sólo a la anáfora primera o Canon Romano, sino se extienda a todas las anáforas aprobadas del Nuevo Misal Romano≫. (III Simposio Internacional de San José celebrado en Lima el 26/11/2012).
Para rematar, el misterio de la Encarnación que viven María y José se realiza en los creyentes a través del Bautismo:
“Lo nacido de la carne es carne, y lo que es nacido del Espíritu es espíritu” (Jn 3,6).
“Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día” (2Co 4,16).
“Os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador” (Col 3,10).
“Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo” (2Co 5,17).
“Así pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta” (Col 3,12-24).